Solidaridad Forzada versus Voluntaria


Febrero 2020

¿Más solidaridad forzada a través de una batería de aumentos impositivos superpuestos a nivel nacional, provincial y municipal sobre la actividad privada, rebasando una sumatoria tributaria que ya era confiscatoria? ¿Y no disminuyendo sino aumentando un gasto estatal que era insustentable a pesar del saqueo fiscal, avanzando más sobre el capital de trabajo y sobre los fondos de inversión de empresas y emprendedores? No.

Debería resultar obvio a estas alturas que el asistencialismo que hoy nuestra Argentina aplica a apuesta redoblada, no sirve para disminuir la penuria nacional. Algo que es “cosa juzgada” desde el momento en que venimos elevando sin cesar el porcentaje del PBI aplicado a “gasto social” desde el 7,4 % de 1984 hasta el impactante 17 % de 2018… incrementando sin pausa la “conurbanización” del país (vale decir, la suma de índices crecientes de pobreza, ignorancia y desocupación en las periferias urbanas; atención monseñores ¡pobrismo franciscano en acción!)

Evidencia empírica a pesar de la cual el modo coercitivo llegó a un nuevo límite en este 2020, ubicándose al borde mismo del bolcheviquismo: un agricultor argentino ve desaparecer hoy a manos del gobierno un brutal 95 % de la renta de su establecimiento viendo esfumarse al mismo tiempo el concepto de propiedad privada, trocado de facto en elevado arrendamiento múltiple sin cuyo cumplimiento podría ser (y de hecho muchas veces es) desalojado.
Siervos de la gleba trabajando en modo esclavo para el soviet argento sobre tierras… “patrimonio de todos”. En la práctica, de la corporación política cleptócrata; clientelar repartidora de bienes ajenos.
Un despojo vil replicado a diferentes escalas en los más diversos estamentos de la producción, el comercio y los servicios que choca de frente contra el espíritu y la letra de nuestra Constitución.

La redistribución de toda renta honesta a punta de pistola fracasó. Además de inmoral a este nivel (“no robarás”), es contraproducente. No sirvió, no sirve ni servirá.
La caridad coactiva (oxímoron si los hay) falló en toda la línea, tanto en los planos ideológico y ético cuanto en su aspecto práctico. Y debemos empezar a erradicarla.

¿Qué tal si además de poner a nuestra nación a trabajar y producir (profunda reforma laboral, estatal, previsional e impositiva mediante) probamos con la solidaridad? La verdadera, claro, que es la voluntaria.

El sordo resentimiento que caracteriza a la izquierda argentina, que sigue bloqueando nuestro despegue en un mar de estúpidas envidias y relatos, parece reflejarse hoy en los Estados Unidos de Norteamérica.
Un país donde la libertad económica sirvió en su momento para hacer surgir hombres como Jeff Bezos, Bill Gates o Warren Buffet entre muchos otros, que a la par de hacerse multimillonarios crearon directa o indirectamente millones de buenos empleos, generando prosperidad general desde la desigualdad del emprendedorismo personal.
Pero que en la prédica de populares políticos del partido demócrata como Bernie Sanders, Elizabeth Warren o Alexandra Ocasio Cortez son sólo sujetos a quienes hay que confiscar su riqueza para seguir solventando un estado más y más omnipresente.
Los comentarios que surgen de sus equipos de campaña, en perfecta línea con la solidaridad forzada de nuestros kirchneristas, son hoy notablemente bolcheviques.

La solidaridad voluntaria que hoy funciona allí a pesar del creciente estorbo estatal, se refleja en el caso de Jeff  Bezos, que acaba de donar en un sólo acto casi 100 millones de dólares a una docena de organizaciones benéficas que, como se sabe, son mucho más eficientes que los gobiernos en aquello de “ayudar a ayudarse” a los verdaderos necesitados.
Sin embargo y confirmando la proverbial estupidez humana de la que venimos hablando, un usuario de Twitter (punkassbamboo) se quejó: “Un enorme 0,09 % de su patrimonio. Muchas gracias, Jeff”.
Bill Gates, por caso, donó 21 mil millones de dólares sólo entre los años 1999 y 2000. Y viene de donar en 2019 4 mil seiscientos millones para fines filantrópicos.
Warren Buffet hizo lo propio con recientes donaciones por valor de 3.600 millones a fundaciones caritativas.
Estas tres personas integran, por ejemplo, un grupo con otros 165 millonarios denominado “El Compromiso de Dar”, que entrega regularmente (además de pagar grandes impuestos al fisco, claro) enormes sumas a ONG´s dedicadas a ayudar.
Se trata de montos que superan lo que la mayoría de los gobiernos del planeta destinan a estos fines.

Imaginemos por un momento lo solidaria que podría ser en este sentido nuestra creativa  sociedad y la cantidad de millonarios no-ladrones que podríamos generar, si votáramos, a diferencia de lo actual, permitirnos ser un pueblo libre (no esclavo) en todo sentido.
Imaginemos lo tremendo que sería entre nosotros ese poder multiplicador de dar inteligentemente con responsabilidad social empresaria, si desmontásemos los impuestos y regulaciones socialistas que nos ahogan lanzando al país tras el paradigma de una Argentina no sometida.  De vanguardia, más meritocrática y capitalista sin complejos; con una economía participativa en serio.

La caridad voluntaria siempre será superior en ética y en resultados a la des-incentivante pseudo caridad forzada.
Todo lo que se necesita para que saltemos hacia la abundancia es derribar los polvorientos prejuicios que nos frenan, desatando la fuerza solidaria de nuestra gente.