Una Oportunidad para la Democracia

Agosto 2021

 

"La historia de Occidente, desde la era de las polis

griegas hasta la resistencia actual al socialismo, es

esencialmente la historia de la lucha por la libertad contra

los privilegios de los burócratas''. Ludwig von Mises

 

Se dice de la democracia que es el arte de lo posible. Que a pesar de sus muchos y graves defectos es la forma más civilizada, la menos violenta, de dirimir los desacuerdos sociales que siempre existirán. Suposición más que dudosa a esta altura del siglo de la inteligencia artificial, la ciudadanía en red y la computación cuántica pero que sin lugar a dudas se resquebraja sin remedio en Argentina al exacto ritmo en que nuestra democracia deja de ser republicana y subsidiaria (no confundir con subsidiadora), derivando hacia una autocracia clientelar que troca ciudadanía responsable por lumpen embrutecido mientras nivela hacia abajo.

Así y todo y aun deslizándonos hacia el averno totalitario, sabemos que los deseos generales de movilidad social y bienestar material, tarde o temprano prevalecen. Y que Adam Smith siempre tuvo razón, mal que les pese a los socialistas de la fecha: de la mano invisible de las cada día más poderosas tecnologías de integración voluntaria y decisión personalizada en red horizontal que se consolidan con las nuevas generaciones de millennials y centennials, lo creativo individual repercute y repercutirá cada vez con más fuerza en lo social-comunitario. Se trata de manos rebeldes, revolucionarias en serio, que conllevan el poder de liberarnos gradualmente de extorsiones, distorsiones y coacciones estatales así como de elevar económicamente a todos -aún con desigualdades- nivelando hacia arriba.

Es cuestión de tiempo que esta mano invisible con esteroides de IA acogote a populismos pobristas y parásitos profesionales. Y un paso más allá, que las criptomonedas liquiden el poder opresor y discrecional de nomenklaturas, bancos centrales y Estados territoriales, guadañándolos por su base: la tributación forzada que todo lo invade. La hoz de la no-violencia terminará segando sus privilegios; sepultando después sus antojadizas fronteras y traspasando de hecho la soberanía a quienes decidirán, como individuos y comunidades libres, con quienes asociarse y bajo qué condiciones vivir.

La democracia representativa, aún la más liberal y republicana, será vista entonces como cosa del pasado. Tal como ahora vemos a las monarquías absolutistas del siglo XV, a su terrible inmovilidad social y al derecho divino de sus reyes. Será percibida como algo primitivo; vejatorio; inadmisible por lo injusto con sus muchas minorías.

¿Pantallazos del futuro? ¿Evolución cultural en proceso? ¿La humanidad entrando en modo alien? ¿O en la síntesis de todo ello, no-violencia en acto?

Entretanto… transitamos la edad oscura, feudal de un peronismo que miente, roba, oprime, des-educa, corrompe, somete y destruye valor creativo poniendo a la nación de rodillas -como nunca antes- frente al orbe.

Ciertamente una democracia republicana y subsidiaria, sistema que no tenemos, podría evolucionar adaptándose a esta nueva etapa de la histórica lucha de los seres humanos por la libertad a la que hacía referencia von Mises. Podría seguir siendo por un tiempo la forma más civilizada -vale decir, más contractual- de dirimir los conflictos.

Posible continuidad madurativa que se hace visible en el creciente poder inclusivo de la sumatoria de individuos interconectados por intereses honestos, superador del supuesto “bien común” de las burocracias estatales; infantilizantes y extractivas por definición.

Como bien dice el conocido economista y analista político Claudio Zuchovicki “hoy la política representativa está en conflicto con la sociedad a la que pretende representar. Los políticos sólo ven fronteras; las nuevas generaciones ven la libertad que les dan las nuevas conexiones. Si pretendemos alguien que nos cuide y nos diga qué hacer bajo el pretexto de buscar el bien colectivo, estamos perdiendo el sentido común de la acción humana”.

En efecto, ya podemos vislumbrar que la puja entre un gobierno intervencionista y ciudadanos que se reconfiguran generacionalmente en torno a las facilidades de acceso al libre hacer empresarial, cultural y científico con base en la innovación… no tiene solución.

Esto es así porque la gestión estatal, acorde al primitivismo en que vivimos, busca controlar y dirigir a la sociedad a su conveniencia a través de imposiciones fiscales y trabas reglamentarias, mucho más que generar condiciones ideales para la creatividad, las ganas de confiar, interactuar y de producir (lo que sea), mejorando así la calidad de vida de todos. Senda que remitiría al verdadero bien común.

Replantearse estos tópicos para un próximo gobierno más racional en lo económico y menos minado de procesados, convictas, mafiosos, oportunistas y ladrones, es vital.

Los libertarios, al menos, lo tenemos claro.