Julio 2005
Bien entrados ya en este nuevo gobierno peronista la crónica crisis de representatividad que nos carcome no muestra, como era previsible, signos de cambio.
Los políticos del partido hegemónico mantienen tenazmente su orden de prioridades : primero sus intereses privados, segundo la corporación que representan (la clase política, sus privilegios y lealtades de silencio) y tercero, el bienestar de los menos afortunados.
La democracia, vacía de molestos contenidos republicanos, solo les es útil para convalidar cada tanto en la algarabía del comicio este extraño orden de cosas que nada tiene que ver con lo que la Argentina necesita para saltar de republiqueta bananera a nación del primer mundo, con las enormes ventajas que para los desocupados, los indigentes, los pobres y los débiles significaría tal cambio.
Si bien las elecciones son un modo presumiblemente objetivo y racional de seleccionar a los más indicados para el trabajo, en realidad no son hoy otra cosa que concursos de divulgación y marketing de opiniones de masas. El 90 % que falta para ser república quedó en el camino.
Asistimos en estos dias, como algún opositor precisó, a una puja de candidaturas que no es más que lucha de titanes para el reparto del botín. Y el botín es el Estado, señores.
En esta época de fechas patrias, solemos entonar el himno nacional con emotiva unción y convencimiento pero pocos reparan en el sentido profundo de las palabras que proclamamos a voz en cuello : “Oíd mortales el grito sagrado : libertad, libertad, libertad ! Oíd el ruido de rotas cadenas, ved en trono a la noble igualdad”
La libertad y la igualdad que nuestros Padres Fundadores tenían en mente al establecer las bases de lo que después se plasmaría en la Constitución Nacional, se refería no solo a dejar de ser colonia española (libertades políticas) sino a ingresar al sistema de libertades económicas e igualdad ante la ley que por aquellos años estaba haciendo despegar hacia el desarrollo a los norteamericanos.
Esa libertad e igualdad que declamamos emocionados, nos son negadas sistemáticamente por aquellos que insistimos una y otra vez en convalidar con nuestros votos.
En efecto, todo argentino sabe que no hay igualdad ante la ley, siendo que el funcionario corrupto y sus secuaces empresarios y matones zafan 99 de cada 100 veces dedicándose luego a disfrutar de lo malhabido con total tranquilidad. Que el amigo de la autoridad adecuada zafa consiguiendo zonas liberadas para delitos de toda laya que funcionan a comisión. Que los terroristas amigos de Al Qaeda, Castro Chavez y blasfemas madres empañueladas zafan a caballo de cortes amañadas , jueces con pocas garantías como para ejercer su poder con independencia y un gobierno con visión revanchista , parcializada de nuestra historia.
Y que todo argentino sabe, asimismo, que la libertad económica sigue embretada en un corset letal de altísima presión impositiva (incluyendo exacciones únicas por su grado de regresividad y desaliento como las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque), un clima hostil a la inversión de riesgo extranjera, increíble inseguridad jurídica y una arcaica legislación laboral entre muchas otras rémoras.
El sistema anti empresa funciona hoy a pleno, arrollando los sueños inexpresados de los sectores bajos, poseedores de un justo derecho a esperar que nuestro país se sitúe sin más pérdida de tiempo entre los que marcan el paso al mundo y dan a toda su población el mejor nivel de vida que este mundo tecnológico ofrece.
El bienestar de los menos afortunados (que son mayoría numérica) dependió, depende y dependerá de su capacidad para elegir a personas que se atrevan a romper este círculo perverso de miserias radico-militar-peronistas de los últimos 60 o 70 años.
Personas que los representen bien. Que trabajen para ellos y de rebote para el país en su conjunto, aniquilando a nuestro propio Eje del Mal : Corrupción – Inseguridad Jurídica – Anticapitalismo.
La responsabilidad, la opción por los pobres, recae hoy una vez más sobre los hombres y mujeres pensantes, ilustradas, referentes sociales en muchas formas. Porque son ellos los que deben contribuir a crear conciencia de que el credo de la libertad y de la honestidad, del respeto por la propiedad y por las leyes, de la moderación en la exacción fiscal es el único camino que lleva hacia la luz del progreso, de la inversión creativa, de la demanda de buenos empleos, en suma, hacia el mundo civilizado de donde nunca debimos salir.
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