Suele entenderse por “década infame” el período que se inicia en el año 1930 a partir del derrocamiento del presidente radical Hipólito Irigoyen. Según sus apologistas, aquellos años estuvieron signados por los negociados, la corrupción y el fraude electoral, siendo recordados como una década verdaderamente sombría y fatal en nuestra historia.
Fue algo digno de idiotas, ciertamente, interrumpir la evolución natural de aquel segundo gobierno radical cuyos problemas se acrecentaban por si solos. Más aún valerse de fraudes electorales para sostenerse en el poder invocando a la democracia.
Con seguridad existieron negociados y corrupción en los gobiernos de los ´30 de Justo, Uriburu, Ortiz y Castillo.
Sin embargo y pasado un lapso prudencial con respecto a esos acontecimientos, vemos ahora que lo que siguió a lo largo del resto del siglo XX más lo que llevamos del siglo XXI puede empezar a rotularse para la Historia como “El Siglo Infame”.
El llamado fraude patriótico de entonces, condenable sin duda, tuvo el atenuante de servir a una élite ilustrada para beneficiar a la población colocando a la Argentina entre los 10 mejores países del planeta, con todo lo que ello significa. El fraude actual, en cambio es un fraude mafioso donde el gobierno sigue siendo "el gran elector" a través del más despreciable clientelismo, beneficiando tan sólo a algunos "empresarios" amigos, gángsters y políticos corruptos.
El siglo infame que vamos transitando convierte en niños de pecho a los protagonistas de aquella mala década.
Los negociados y la corrupción del período peronista entre los ´40 y los ´50 fueron de un nivel jamás visto degenerando con toda lógica en una tiranía (eso si, electiva) que sucumbió en un órdago de coerción corporativa, quema de iglesias, clima de guerra civil, lenguaje desbocado, división visceral de los argentinos azuzados a un odio insensato y finalmente de violenta contrarrevolución.
Así arrancó el desbarranque argentino de potentado a mendigo, del Primer al Tercer mundo, del prestigio al desprecio internacional, de niveles de vida promisorios a la maraña de miserables planes sociales, falsedades y subsidios cruzados que hoy nos asfixia.
Una penosa letanía de gobiernos militares, radicales y peronistas signó nuestro tiempo. Básicamente se trató del mismo perro con distinto collar : nacionalismo adolescente, intervencionismo estatista, corrupción a mansalva, nulo patriotismo (sí patrioterismo), ideario bárbaramente desactualizado, pasión por la burocracia y el clientelismo, desconfianza de todo lo que huela a libertad, necia tendencia al igualitarismo socialista y un cinismo a toda prueba a la hora de mentir, robar, enmascarar crisis y confundir a las gentes simples.
Atracados de educación pública y publicidad política basura, la castigada mayoría convalida con su voto una y otra vez este estado de cosas. Y a no dudarlo, volverá a convalidarlo este mismo mes de Octubre del 2007 convalidando también nuestro tránsito hacia una decadencia que nos aleja progresivamente de las nuevas naciones avanzadas.
Debiendo tener un país rico, poderoso y respetado, sin pobreza ni violencia social, optamos por dirigentes con las mismas ideas de paleo economía y paleo política que nos condujeron al vagón de cola del planeta.
Desde la lectura obligatoria de “la razón de mi vida” hasta las actuales divagaciones del “historiador” Pigna, varias generaciones de argentinos han sido engañados sobre los métodos, las convicciones morales y los sistemas económicos que conducen a la prosperidad, el progreso, la paz social y la riqueza generalizada. Sencillamente, votamos desde una ensalada mental suicida.
Son condiciones de esclavización y engaño que favorecen a una clase política que desde entonces se llena los bolsillos a costa de los desheredados, impidiéndoles salir de la pobreza. Verdadero crimen de lesa humanidad cometido contra la Argentina, sumiendo en la oscuridad a un pueblo que estaba destinado a ser la luz de muchos otros. Nuestro siglo infame está en apogeo
En verdad y como dice el autor, historiador y diplomático Abel Posse, bastó
que hubiera un idiota que hablara de “década infame” para que todos lo
repitieran como gansos.
Lo único que no era infame en el
mundo de los ’30 era la Argentina. ¿Quiere que enumere los horrores, asesinatos
y genocidios?: la década más miserablemente criminal de Stalin, ante el
silencio de un izquierdismo mundial hipócrita. ¡Piense en la Alemania de los ’30
y ’40! En Italia con el ricino y los bastones largos. El millón de muertos en
España. Las carnicerías de China con Chiang Kai-shek entrando en Shanghái y
metiendo miles de comunistas en las calderas encendidas de las locomotoras. ¿Y
Estados Unidos después del 29? Diez años de miseria, gangsterismo y
desocupación. ¿Y nosotros qué? No vengan con historias. Aquí no pasó nada. No
arrimamos bochín en lo que fue el dolor del mundo a partir de los ’30.
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