Diciembre 2007
Los funcionarios políticos del Estado - de la presidente para abajo - ¿están a nuestro servicio o nosotros estamos al servicio de ellos? Porque la evidencia disponible apunta claramente a lo segundo.
Se matan por llegar al servicio público no para servir como un Cristo lavando los pies a sus discípulos sin pretender otra cosa que cargar en silencio con su cruz sino para situarse en una posición de poder.
Una vez allí se dedican a lo que todos sabemos : asegurar rápidamente su futuro económico y el de su familia. En un contexto ideal (de mucho poder), por varias generaciones y en extremos no tan notables (de poco poder) con alguna jubilación de privilegio o prebenda similar.
Su lealtad no está con la gente a quien deben servir sino con quien los ayudó a conseguir el puesto. Lealtad de silencio frente a las picardías financieras de sus compañeros políticos. Lealtad con el sistema educativo-legal-impositivo-ideológico vigente que permitirá a nuevas generaciones de políticos acceder, a su turno, al mismo beneficio.
También se dedican a otras cosas, claro está, como repartir bienes ajenos a partidarios, sindicalistas y empresarios serviles para que nada cambie.
Dádivas que se retribuyen con votos, subsidios a dedo, mercados cautivos, sobrecargas y aprietes impositivos a la carta, prohibiciones de exportar y tarifas politizadas. Franquicias, zonas liberadas y cotos de caza legales sobre contribuyentes forzozos en áreas como la sanitaria, la educativa y la previsional, son métodos habituales de disfrazar como “bien común” al puro y simple robo. Al puro y simple servirse del prójimo.
Nos preguntamos en qué momento la Constitución dejó de asegurar el vital derecho de propiedad para pasar a un sistema discrecional donde un presidente o un legislador deciden, en base a cuánto dinero necesita el gobierno para sostener su sistema de prebendas, qué monto de dinero ajeno extraerán para sostenerlo. Obviamente el razonamiento constitucional correcto es el inverso : dada una presión impositiva compatible con un veloz crecimiento empresario de alta reinversión, se definen en todo caso las prioridades del gasto gubernamental.
Nos preguntamos en qué momento la Constitución dejó de asegurar el vital mandato de equidad en las cargas públicas para pasar a un sistema donde los funcionarios deciden cuál es la ganancia suficiente para una determinada persona o actividad, ganancia a partir de la cual se confisca el sobrante bajo la forma de impuestos a medida.
Se viola el espíritu constitucional cuando se admiten aberraciones económicas como la mencionada siendo el castigo a tal violación : menos negocios, menores inversiones, pérdida de competitividad y menor producción con menos trabajo ofrecido y sueldos más bajos a los que hubieran podido observarse de habernos evitado estas recetas de paleo-economía socialista.
Nos preguntamos en qué momento la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades, empezaron a trastocarse en una tendencia hacia la igualdad de ingresos que procura nivelar estúpidamente hacia abajo con tributos progresivos, impuestos “a la riqueza” y gabelas diferenciales y aduaneras para quienes deseen objetos de mayor precio y calidad.
La desigual distribución de la riqueza en el mundo se debe a la desigual distribución del capitalismo y en el orden interno, para nuestro caso, a la no vigencia de la libertad económica capitalista, único método conocido tras ocho mil años de historia, para crear riqueza general.
Nos preguntamos, en fin, si en verdad estamos todos de acuerdo en que cada ser humano es único e irrepetible, con derechos y libertades personales que deben ser respetados y que el individuo es anterior al servidor público que lo gobierna ya que de él deriva su mandato, porqué debemos permitir que se nos trate como un objeto o medio al servicio de los fines de otros. Nos quitan dinero por la fuerza para una enorme variedad de fines con los que no coincidimos.
Un obrero promedio en Argentina, entrega al Estado más del 33 % de lo que gana entre impuestos directos e impuestos encubiertos. Con ese dinero, se financia por ejemplo a la “Universidad de las Madres de Plaza de Mayo” abiertamente pro comunista o se costean los viajes en jet privado de nuestros mandatarios en giras de shopping y autopromoción.
Quisiera finalizar esta breve invitación al pensamiento original citando a la extraordinaria escritora y filósofa Ayn Rand (1905 – 1982)
“Cuando vean que para producir necesitan obtener la aprobación de quienes no producen nada ; cuando vean que el dinero fluye a quienes comercian no en bienes sino en favores ; cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la estafa que del trabajo, y sus leyes no lo protegen de ellos, pero los protegen a ellos de ustedes ; cuando vean que la corrupción es recompensada y la honestidad se convierte en un sacrificio personal ; sabrán que su sociedad está condenada ”
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