Noviembre 2020
La
actual cruzada neo-pobrista de la gran familia peronista en el gobierno, que pretende
considerar al dinero como “el estiércol del diablo” y que ve en la ciudad de
Buenos Aires una “opulencia” con la que hay que acabar, es en grado extremo
hipócrita, mendaz.
Calificativos
poco novedosos ya que una de las constantes del movimiento fundado por J. D.
Perón es, sin duda, la mentira; tanto en su dimensión institucional cuanto a
nivel particular, sea esta última producto del autoengaño o de la (mucho más
común) malicia pura y dura.
Refresquemos
algo fáctico: el dinero en efectivo, de preferencia en negro, es lo que más
gusta en el mundo a los individuos que aprecian llamarse “de izquierda”. Frenesí
dolarizado que empieza por los que logran encaramarse a ese ingenio artillado administrador
de opresiones al que llamamos Estado; como los Kirchner, entre tantos otros que
lograron pasar del llano a la más escandalosa riqueza potenciando sus miserabilidades
personales y sus ansias de poder y humillación violenta hacia los subordinados a
través del viejo mito de la “vocación de servicio” público.
Y que se continúa en muchas “almas bellas” argentas, ciudadanía pronta a cargar de impuestos a quienes producen, ahorran o invierten mientras (prima facie) no se toquen sus ingresos ni bienes. Gente de insustentable doble discurso que no duda en evadir sus propias obligaciones fiscales cada vez que se le presenta la oportunidad, ya negreando, ya no declarando. Como bien hizo notar, exasperada, la Sra. C. F. de Kirchner allá por 2012 : “!En la Argentina todos son socialistas con la plata de los demás!”
El estiércol les sirve para cosas como estas, además de procurarles un más que justo (aunque en declive desde hace 75 años) bienestar conforme los sabios preceptos de nuestra Constitución Nacional. Y es el mismo estiércol que sostiene, claro, a la mala gente real de clara orientación anti republicana que votó por los Fernández y Del Caño (13.034.000 personas). La misma que, mayoritariamente, ni trata ni paga bien a sus subordinados, inculca valores torcidos a sus hijos, da mal ejemplo social anti cultura del trabajo y espera todo de mamá/papá Estado. Son los mismos que relativizan el derecho de propiedad y están en contra de las libertades económicas y reaseguros institucionales que ordena la Constitución Nacional, a la que quisieran derogar.
Bien
harían los idiotas útiles (útiles a las tiranías) de la intelectualidad y el
periodismo progre argentinos en revisar sus antipatrióticas y vetustas
consignas (juveniles u oportunistas) para no seguir hundiendo en la confusión a
la ciudadanía menos instruida.
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