Enero 2023
En
Argentina, como en muchos otros países, las encuestas coinciden en mostrar una
creciente disconformidad con la democracia representativa, tal como se la
entiende hoy.
Además
y más marcadamente que en otras partes existe aquí un hartazgo para con la
mayoría de los políticos que la gerencian.
Tras el extendido clamor para que “se vayan todos” de principios de siglo, nos encontramos frente a una sensación similar en este fin de ciclo kirchnerista.
Un ciclo
de 16 largos años (y breve interludio de 4) de gobiernos peronistas que no
dejaron nada sin hacer para cimentar la percepción de que “la democracia” sirve
de poco y que los políticos profesionales, sus funcionarios, asesores y
referentes comunitarios son casi sin excepción mentirosos, corruptos y
soberbios. Pero sobre todo inútiles. Ineptos.
Y que
asentados en esa ineptitud, en lugar de crear las condiciones para una
movilidad social ascendente por generación de riqueza, nos guiaron cuesta abajo
en todos los sentidos en los que puede hundirse una sociedad. Empezando por el sentido
de la ética.
La brutal movilidad social descendente que hoy capitanea S. Massa en nombre del triunvirato de ineptos que nos gobierna se inscribe en el modo policial y encepador de la Patria Socialista a la que el actual ministro de economía siempre adscribió, en tanto peronista redistribuidor coactivo de lo ajeno. Nada nuevo bajo el sol.
Más allá de qué tan larga sea la interminable fila de idiotas útiles (¿30 % del padrón electoral?) que volverán a ceder al síndrome de la mujer golpeada cayendo ante los cantos de sirena de los A. Fernández, Manzur, Scioli, Schiaretti, de Pedro, Uñac, Lavagna, Insaurralde, Urtubey, Massa o quienquiera que coloquen como “moderado” mascarón de proa cazabobos este año… más allá de la legión de empresaurios vivillos, protegidos y ultragatopardistas y de los sindicalistas millonarios y mafiosos que defenderán a capa y cuchillo extorsivo sus aberrantes privilegios, todo argentino debe ser informado (por más intolerable que le sea escucharlo) de que esta gran asociación ilícita hoy denominada Frente de Todos, solo se trata y se tratará de nomenklaturas ricas con cuentas numeradas en Seychelles, impuestos y regulaciones sin freno para todos y todas, pueblo pobre y villa miseria general… sin más esperanza que ser acompañados (a diferentes velocidades, eso sí) por quintacolumnistas cipayos al infierno del socialismo castro-chavista. Vale decir, a un pobrismo al palo.
El oficialismo reúne hoy con claridad meridiana a todos quienes pugnan por carnear a la Argentina honesta. Por acuchillar sin más a lo que resta de la gallina de los huevos de oro. A los que, alienados de frustración y resentimiento, desean escupir sobre las tumbas de nuestros próceres y sus mandatos liberales. Sobre las historias ejemplares de innumerables tanos y gallegos (entre otros) que forjaron trabajando, sin robar a nadie, la América Libre de m´hijo el dotor. Reúne en este 2023 a los cómplices que se aferran sin vergüenza al robo de los privilegios estatales para seguir parasitando el esfuerzo de los decentes a como dé lugar; de los (cada vez menos) que estudian, se esfuerzan, invierten, ahorran y crean valor resistiéndose a huir del país.
Valga como ejemplo la jornada del martes 20 de Diciembre pasado, cuando algunos cientos de los muchos compatriotas que fueron a recibir a nuestra selección vandalizaron el obelisco, destruyeron rejas, semáforos, luminarias, monumentos, carteles, quioscos cercanos y mobiliario urbano del Metrobús; apedrearon a bomberos y policías, sustrajeron billeteras y celulares y hasta robaron un cajero automático entero tras forzar la puerta del Banco Galicia. Otros compañeros, entretanto, robaban decenas de ruedas a autos estacionados de personas que se habían acercado a Ezeiza para homenajear a los campeones.
Con
altísimo grado de probabilidad, quienes hicieron todo esto podrían
identificarse casi en un ciento por ciento como simpatizantes kirchneristas. Por
cierto, todo un símbolo y representación práctica de cientos de miles de sus
votantes, más allá de los millones de conciudadanos peronistas, usuales portadores
de falsos ropajes republicanos, cuidadas apariencias y maneras más civilizadas;
un tanto menos bárbaras mas igual de tóxicas.
Grandes aportantes con su voto, todos, al descreimiento generalizado en el sistema democrático y al descrédito de nuestra clase política, tras 40 años consecutivos de gobiernos electos desde la última dictadura.
La
batalla cultural que debemos dar para revertir esto es enorme. Los cambios de
fondo intra-Estado y antimafia a implementar son enormes. Los intereses del
privilegio en estatutos y canonjías que habremos de afectar son enormes. Pero
la conurbanización total de la Argentina si no lo hacemos está, esta vez sí, a
la vuelta de la esquina.
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