Paleo Economía

Septiembre 2006

Asistimos en estos dias al instructivo espectáculo que nos brinda la hermana república de Bolivia, de cuya implosión política, institucional y económica deberíamos extraer algunas lecciones e ideas que nos ayuden a madurar como personas, y por ende a mejorar como sociedad.
Lo que allí sucede es que una parte de su población (la parte menos ilustrada) sumó la mayor cantidad de votos en las últimas elecciones imponiendo al país la jefatura del líder indigenista y sindical Evo Morales.
Las ideas del Sr. Morales son bien conocidas : en su calidad de dirigente de izquierda étnica de insuficiente educación, odia y excluye todo aquello que no conoce, no comprende, teme o difiere de su propia tradición secular de pobreza y aislamiento social.
En lugar de adaptar con originalidad a su propio contexto cultural las ideas clave que están haciendo prosperar a los pueblos más disímiles a lo ancho del planeta, el prefiere las viejas recetas de la paleo-economía socialista que congenian bastante bien con su sueño de retrotraer ciertos factores organizativos al incanato precolombino.
¿Volveremos a presenciar sacrificios humanos? El socialismo práctico aplicado sobre Cuba o sobre Venezuela constituye un claro ejemplo de que aquella idea no sería tan descabellada, después de todo. A los opositores y a los propietarios, violencia.
En cualquier caso, queda claro que la idea de elevar a su gente en dirección al confort y las ventajas de la civilización, hacia mayores niveles de educación e integración con un mundo que se globaliza sin retorno, no pasa por su mente.

Consecuente con tales inclinaciones, el gobierno boliviano procura desembarazarse de molestas cortapisas republicanas aboliendo la actual Constitución para avasallar con más comodidad la propiedad privada, la ya precaria seguridad jurídica y la división de poderes, fronteras últimas que delimitan la civilización de la barbarie.
La respuesta de los bolivianos pensantes es, obviamente, “en esta no me anoto” y agotadas las instancias de consenso puede que intenten apartarse del camino elegido por la mayoría apelando a alguna forma de secesión.
No será sencillo sin embargo, puesto que quienes portan ideas socialistas se caracterizan por su violencia. Violencia contra quienes no quieren entrar al corral comunista para entregar sin resistencia sus propiedades, su dinero y su libertad, es decir sus derechos de personas evolucionadas, su futuro y el de sus hijos.

Los socialistas actualmente al mando (de Corea del Norte a Suecia pasando por Argentina) no gustan de la libre elección de los individuos ya que dan por supuesto que se debe obligar por la fuerza a los que tienen algo que otros codician a entregar una parte (o eventualmente casi todo) al Estado para que este lo distribuya conforme el sabio criterio de sus funcionarios, quienes desde luego saben mucho mejor que los consumidores y que el mercado dónde invertir para lograr el máximo crecimiento en el menor plazo y con más beneficiados.
Lo cierto es que la idea de compartir libre y voluntariamente los bienes, los esfuerzos y los conocimientos respetando la decisión de aquellos que prefieren hacerlo de otras maneras, no entra en su desactualizado bagaje cultural.

Para estos sistemas totalitarios, el ser humano no es un fin en si mismo sino un medio al servicio de los fines de otros en tanto el respeto por su libre albedrío es algo que los tuvo y los tiene sin cuidado.
Prefieren el dominio que surge del fusil y de la amenaza airada al que surgiría de la libertad de elección y los acuerdos voluntarios.
Claro que el crecimiento económico sustentable viene hoy de la mano de la inversión en gran escala, lo que a su vez depende de la creatividad y de su coequiper la educación tecnológica, que son bienes intangibles que no aterrizan masivamente en aquellos lugares sin una férrea seguridad jurídica que asegure un absoluto respeto por la propiedad privada y muy amplias libertades económicas, protegidas mediante probos y decididos sistemas de seguridad.
Estos supuestos no se dan en la Bolivia de Morales ni tampoco, como bien sabemos en nuestro propio país.
Una eventual secesión boliviana puede resultar un modelo sumamente interesante de observar. Un verdadero ejercicio de hombres libres, con el valor de ponerse de pie para enfrentar esta nueva agresión socialista sobre las minorías.