Forjando una Nueva Argentina

Noviembre 2022

 

Una frase rigurosamente cierta dice que no se puede ser honesto, inteligente y peronista al mismo tiempo. En efecto; si una persona es honesta e inteligente, no puede ser peronista. Si es inteligente y peronista, no es honesta (al menos no intelectualmente) y si es honesta y peronista… no es inteligente.

Hace algunas semanas vimos en TV a un peronista inteligente siendo entrevistado. A una pregunta del periodista referente al “bucle de decadencia” en el que se encuentra entrampada nuestra Argentina y a su origen coincidente con el advenimiento en 1945 de J. D. Perón y E. Duarte, lo negó airado argumentando que hasta 1969 el país se situaba por encima de Brasil y México en ingreso per cápita, liderando el pelotón latinoamericano. Si bien esto puede ser cierto, omitió mencionar no sólo la gran altura de prestigio y riqueza de la que se partió en el ´45 sino la clara curva descendente que partiendo de aquel año nos trajo hasta el 2022 sin solución de continuidad.

El problema, obviamente, fue y es el “modelo” peronista de fiscalismo, autarquía y proteccionismo nunca abandonado desde entonces, reemplazando al “modelo” liberal de signo contrario que nos había llevado en las 8 décadas previas desde la pobreza y la barbarie hasta las cimas del mundo desarrollado.

Como vemos, otra prueba de la falta de honradez intelectual que confirma el aserto que encabeza esta nota.

Recordemos ahora algunas de las expresiones públicas de su amado líder: “Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre” (Junio ‘47). “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (Septiembre ‘47).“Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ni los hijos de ellos” (Junio ‘51). “Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos” (Agosto ‘51). “¡Ah… si yo hubiese previsto lo que iba a pasar… entonces sí: hubiera fusilado a medio millón, o a un millón, si era necesario! Tal vez ahora eso se produzca” (Mayo ‘70). “¡Al amigo, todo, al enemigo, ni justicia!” (Junio ’72).

Cualquier político que hubiera pronunciado urbi et orbi una sola de estas frases hubiese quedado descalificado de por vida en la consideración ciudadana, sin importar qué otras cosas haya hecho o dicho a lo largo de su vida. Se trata de afirmaciones incivilizadas que denotan un bestialismo del que no es posible volver y que ninguna buena persona puede suscribir. Aun así, según encuestas recientes al menos un 25 % de nuestros conciudadanos las suscribe aún hoy haciendo permanecer a Perón y a Eva en su corazón.

Ciertamente tanto el síndrome de Estocolmo como el de la mujer golpeada siguen tallando fuerte en la psicología social argentina.

Villas miseria, sí; clientelismo, también. Perón, un vivillo poco ilustrado, autoritario y sobrador, logró inocular estas taras en millones de almas haciendo que se apartaran de la categoría de “buenas personas” para, ladinamente y sicarios electos mediante, tratar de someter y saquear al prójimo esclavizándolo. Maniatando y embozalando tanto impositiva como reglamentariamente a todos quienes piensan diferente; aplastando sus derechos de propiedad y proyectos de vida junto, claro, con la letra y el espíritu de nuestra Constitución, el pensamiento y la ética de nuestros próceres.

Si es cierto que la edad mental promedio de los adultos actuales oscila entre los 13 y 17 años, es esa inmadurez emocional e intelectual la vulnerabilidad principal sobre la que se asienta el pobrismo peronista, estimulando una permanente dependencia política “del papá y la mamá” (paternalismo i-responsable, identificación y “contención” cultural-partidaria de tribu) en todo lo social.

Por eso, como acertadamente se dice, la educativa es la madre de todas nuestras batallas. Para virar al menos hacia una honestidad intelectual que permita a más y más personas despegarse de la idea de que el camino es el del resentimiento, la envidia, el robo de la labor ajena y un lamentable cabotaje intelectual a través de un “papá” o una “mamá” que (en su imaginario) les dé de comer, los arrope, les cuente historias y les diga siempre qué hacer.

Por el contrario, la libertad a todo orden que nos hará una sociedad rica, de emprendedores y propietarios, nos exige madurar destetándonos de una buena vez del Estado, creciendo en responsabilidad individual, respeto al prójimo y valores cívicos de alta ética.

Es justamente la agenda de hoy; la batalla cultural en proceso, cuyo derrotero empiezan a torcer (y a ganar) los libertarios, vanguardia ideológica de una nueva Argentina Potencia que se presiente y asoma, atada al recambio generacional.