Faro del Planeta

Diciembre 2023

 

El Lic. Javier G. Milei acaba de colocar a la República Argentina en la vanguardia política del mundo: tenemos el primer presidente libertario de la historia.

Ni D. Trump, ni J. Bolsonaro, con quienes suele comparárselo, lo fueron. Tampoco los derechistas N. Bukele, V. Orban ni G. Meloni (presidentes en ejercicio) se atribuyen esta pertenencia. Ni siquiera S. Shanmugaratnam, presidente de Singapur, supuestamente el país de más crudo capitalismo en el planeta, dice serlo.

Nuestro presidente se define como liberal libertario anarcocapitalista (ancap), algo muy valiente por lo frontal y notable por su anticipación conceptual para la época.

En verdad, es probable que semejante toma de posición ideológica lo condene en principio al ostracismo y la incomprensión, como sucedió con tantos “adelantados” a su tiempo en distintos lugares y circunstancias, que no fueron entendidos por sus contemporáneos, sufriendo lapidaciones intelectuales (e incluso físicas) por parte de masas que podrían haber dado un gran salto cuali y cuantitativo de haberlos escuchado.

Si bien Milei se define así en lo filosófico, adelanta que durante el largo -décadas- camino que nos acerque a este bello ideal, su objetivo intermedio será la minarquía o régimen de Estado mínimo. Bello ideal final, decíamos, por su riqueza generalizada y su no-violencia en las relaciones sociales, atadas a una justicia implacable en el marco de grandes libertades personales y sobre todo cívicas. 

La senda hacia la estratégica posta de la minarquía alberdiana se prevé asimismo como gradual y comprehensiva dado el perverso adoctrinamiento cultural preñado de violencias y el consecuente descalabro económico que nos lega el pobrismo kirchnerista.

Los últimos 78 años de firme sostén peronista a desfalcos, mentiras históricas y graves errores económicos han llenado este trayecto de espinas que, a no dudarlo, harán sangrar tanto a inocentes como a cómplices e idiotas útiles. Por cierto es menester seguir desmitificando y reparando la muy dañada psiquis nacional a través de la batalla ética iniciada, precisamente, por nuestro actual presidente.

Ahora bien; más allá del “cambio” votado en defensa propia frente a una situación insostenible, la mayoría se pregunta si esta actitud futurista del ancap en la que nuestro país se ha puesto orgullosamente a la vanguardia (como lo hizo a fines del siglo XIX), es en verdad viable.

¿Puede, en el extremo, una gran sociedad del siglo XXI con todas sus complejidades, funcionar sin impuestos y sin Estado? Para empezar ¿funciona eso en algún lado? A lo que puede responderse: no, ya que como se ha dicho, los argentinos hemos tenido la osadía de elegir al primer presidente libertario del mundo.

No obstante, sí está demostrado que cuanto más se aproxima una sociedad al goce de sus libertades personales y comerciales y más alto es su nivel de respeto a la propiedad privada, más rica es. Y viceversa.

Un ejemplo del primer tipo es el de los U$S 130.000 de ingreso anual promedio por persona en Luxemburgo (monarquía constitucional, por caso) mientras que para su inversa en materia de respetos y libertades, tenemos a Burundi (república democrática, por caso) con U$S 255.

Por otra parte, si bien el libertarismo no se encuentra en aplicación en ningún país hoy, sí lo estuvo en el pasado. Durante casi un milenio y hasta su invasión por las fuerzas inglesas al mando de Cromwell en 1649, la isla de Irlanda se manejó en paz y con gran éxito dentro de un esquema plenamente libertario, sin impuestos ni Estado.

Cientos de preguntas desvelan hoy a los partidarios del utópico equilibrio dirigista entre capitalismo y socialismo. Por ejemplo ¿cómo pueden imaginarse siquiera, en nuestra Argentina, todas las calles y plazas en propiedad privada?

Pues bien ¿qué otra cosa son las calles y zonas comunes que funcionan y se mantienen sin carga para el Estado dentro los miles de countries, clubes de campo, barrios cerrados, nodos residenciales o comerciales y hasta fábricas del país?

Se barajó una vez la idea de prohibir las alambradas y muros que separan a estos prolijos lugares de sus entornos de pobreza, para que toda la población pudiese pasar a través. El sentido común impidió entonces que esta iniciativa prosperase pero lo que Milei propone para la Argentina es, justamente, que en el futuro estos odiosos muros con alarmas, cámaras y hoscos guardias privados desaparezcan. ¿Cómo? Haciendo tan atractivos, prósperos y seguros estos entornos como los predios privados con los que limitan. Enriqueciendo a las mayorías mediante las mil probadas formas de la “libertad de industria”, que duerme desde hace casi un siglo en nuestra Constitución.

Encolumnándonos rumbo a la famosa “sociedad de propietarios”, para que estemos más enfocados en asegurar los beneficios de la libertad y del respeto protegiendo lo propio que interesados en vivir pobremente de subsidios, robando el trabajo del prójimo y frenando a la nación.

Dando oportunidades de progreso al pleno de la sociedad, aún a costa de muchos argentinos que hoy están en buena posición “empresarial” pero que deberán esmerarse como nunca y poner las barbas en remojo (mejorar salarios y condiciones) a riesgo de quebrar frente a la explosión de inversiones, seguridad (jurídica y física), bajos impuestos, libre competencia, nuevos negocios y riqueza general.

El sistema de plazas y calles privadas que funciona en los barrios cerrados podría entonces mejorarse con tecnología y extenderse sin cercas a sus adyacencias y más allá en un decurso gradual, natural y voluntario, hasta cubrirlo todo.

La opción a la que apuntaban los kirchneristas era la inversa: avanzar por decreto sobre estos barrios desmontando alambradas y anexando sus calles y parques al mantenimiento estatal, con ellos manejando la obra pública con la honestidad que los caracteriza.

Muchas otras cuestiones prácticas encuentran respuestas tan sorprendentes y originales como detalladas, por cierto, en numerosos trabajos que desde hace décadas publican, debaten y perfeccionan intelectuales libertarios en todo el mundo.

Lo que esta corriente de pensamiento avanzado propone hoy para nuestro fallido país es volver a ser un faro para el orbe. Es iniciar el proceso de un gran cambio. Es la adopción consciente de un paradigma diferente a mucho de lo conocido (y archiprobado) hasta aquí apelando, esta vez, a nuestras fuentes; al ideario, fuertemente liberal, de los próceres de 1810/16 y padres fundadores de 1853/60.





Fisurando la Fábula Estatista

Diciembre 2023

 

Más allá de viejas fidelidades mafiosas resistiendo desde sus privilegios o de años turbulentos por venir, la novedad libertaria entró como una cuña… y llegó para quedarse.

En tanto sociedad pero principalmente en tanto élite intelectual y cultural que precede al resto, queda el deber de desasnarnos en el cúmulo de ignorancias que alimentan nuestros prejuicios sobre lo que esta corriente de pensamiento en realidad es.

Antes, convendría un breve pantallazo de contexto que nos ubique en tiempo y espacio. Como que, tras 40 años ininterrumpidos de ensayos cívicos, un abrumador 72 % de los argentinos afirma no estar satisfecho con el sistema democrático. Y que a un 50 % no le molestaría migrar a “otro sistema” si este le garantizase prosperidad económica. Además, el  87 % de la población no considera de su interés los temas debatidos en el Congreso ni confía en la vocación desinteresada de servicio de los legisladores mientras que un 72 % no cree que el Poder Judicial sea un órgano independiente e imparcial.

Todo lo cual muestra un enorme grado de disconformidad de la ciudadanía para con “el Estado” en sus 3 ramas.

Ubicados en tal marco, sabemos que los jóvenes sub 40 que vienen marchando ya son mayoría poblacional. Y que libran hoy contra sus familiares de más edad una batalla cultural en rebeldía que puede resumirse en el deseo de vivir un nuevo emprendedorismo con aceptación de responsabilidad individual y orgullo de logro, en lugar de seguir aportando al rebaño irresponsable de planeros parásitos y funcionarios improductivos. Es decir, en querer apostar a la esperanza libertaria de capitalismo y progreso honesto antes que a la resignación estatista y sus viejos modos corruptos.

La propia inercia demográfica tenderá a la agudización de este cambio en la tectónica social, elección tras elección.

El resquebrajamiento de la fe democrática, de la creencia en la virtud del Estado y del propio patriotismo nacionalista (reducido a ser  representado, apenas, por el fútbol) abren una puerta a la consideración de propuestas libertarias más avanzadas, siempre basadas en un fuerte respeto a los proyectos de vida del prójimo en un contexto de no agresión impositiva ni reglamentaria, con irrestrictos derechos a la vida, a las libertades personales y a la propiedad privada. Derechos naturales sobre los que se asientan todos los demás derechos, más allá de cansadoras declaraciones voluntaristas en contrario.

Asumido lo anterior, todo se reduce a entender que “el sistema de la libertad”, la idea libertaria o anarcocapitalista, apunta en el largo plazo (varias generaciones de reformas) a la migración hacia una comunidad de base contractual (voluntaria), más meritocrática, sin privilegios y de absoluta igualdad, aunque únicamente ante la ley.

Apunta, en definitiva, al surgimiento de una sociedad de propietarios; vale decir, a un capitalismo sin complejos, de riqueza generalizada y solidario en serio teniendo con qué, donde el concepto “libertad” adquiera la encarnadura popular que le corresponde ya que las opciones materiales que implica sólo son reales llegando a un estadio de bonanza, de muy alta proporción de clases medias acomodadas y casi total ausencia de pobreza.

Es obvio que no hay ascenso social ni libertad real en el pobrismo que hoy nos acorrala; sólo supervivencia y resignación a la esclavitud clientelar.

Solucionado mediante iniciativa privada liberada el problema de la falta de medios, de ingresos insuficientes, de ahorros sólidos y “dinero en el bolsillo”, estarían dadas las condiciones para que caiga el mito en el que fuimos adoctrinados durante generaciones acerca de la necesaria, incuestionable sacrosantidad ética y tributaria de Papá Estado, regulador y proveedor.

Parte de esta fábula ya está cayendo, al compás del descreimiento en “el sistema” que revelan los sondeos de opinión arriba desgranados. Aquí y allá la gente empieza a ver que en verdad… el emperador está desnudo.

A todos nos queda claro que turbulencias de corto y mediano plazo, derivadas del ataque frontal a los privilegios simbióticos de nuestras 3 oligarquías mafiosas (política, sindical y empresauria), podrían demorar el programa filo libertario que hoy se esboza. En modo alguno -creemos- detenerlo ni revertirlo, aunque sólo fuese por las razones generacionales apuntadas.

El puerto final del modelo de gestión comunitaria para una difusión sin trabas del bienestar material, sin violencia impositiva ni Estado autoritario, es sólo un norte teórico que difícilmente llegue en este siglo. Pero que es necesario en tanto utopía deseable (como alguna vez lo fue la propia democracia) ya que para los argentinos que hoy dejamos el muelle para subirnos a la nave del cambio, como pocas veces en la historia, no habrá vientos favorables si no sabemos con claridad hacia dónde vamos.




Momento Bisagra

Noviembre 2023

 

Se sabe que las pruebas termonucleares de detonación subterránea pueden desencadenar movimientos en ciertas placas de la corteza terrestre, los que escapan al control y previsiones del experimento.

Pues bien, una placa tectónica social se mueve bajo nuestros pies con su correlato a plazo fijo de más temblores, tal vez terremotos y, con seguridad, largos remezones.

Esto obedece a que, en nuestro tiempo, las bisagras históricas se producen por desplazamientos ideológicos de la opinión pública. Y en el país debemos al kirchnerismo, etapa superior del peronismo y apogeo de su lógica, el haber sido el disparador de tales cambios con la explosión sottopueblo de la bomba nuclear económica concebida, armada y repotenciada hasta último momento por el triunvirato gobernante. La misma que procuraba mantener (como es costumbre justicialista) bajo la alfombra.

En efecto; en la versión definitiva de la Historia, el peronismo está terminando de decantar como el gran villano responsable de la ruina, arrodillamiento -gorra en mano- e implosión argentina frente al orbe. Como el culpable de hacernos caer, rojos de vergüenza, del rango de potencia respetada, meca de inmigrantes y capitales, al de país delincuente comandado por un aluvión de parásitos ultracorruptos, de donde intelligentzia y divisas huyen.

16 años de peronismo explícito (aún morigerados en control de daños y “trabajo sucio” por 4 de la alianza Cambiemos entremedio) bastaron para demoler la mayor parte de nuestro espíritu patriótico y para dinamitar los cimientos de nuestra antes firme fe democrática, así como para prostituir todas las instituciones de la república, con énfasis en las educativas. Una demolición a conciencia, ocurrida con particular intensidad entre las nuevas generaciones que ya son mayoría poblacional, cuyo voto y opiniones serán cada vez más gravitantes, gane o pierda Milei el balotaje.

Quien así no lo asuma, quedará expuesto a que sus estrategias políticas y económicas resulten equivocadas por simple “carga errónea de data”.

El desplazamiento ideológico de la opinión pública ha sorprendido (y superado) a la gran mayoría de la élite periodística e intelectual honesta, dejándolos en una suerte de off side conceptual.

Por su parte, nuestros referentes políticos y empresariales no-corruptos no se encuentran en mejor situación dado que quien hoy surfea la onda de este movimiento tectónico es un outsider que no encaja en sus categorías.

La eventual gradualidad de este cambio en inicio (de sus pruebas y errores, avances y contramarchas, colisión de egos, polémicas internas, traiciones, conversiones y decepciones) no debe llamar a nuevo error de apreciación, sin embargo, pretendiendo que lo libertario es solo una moda pasajera; algo utópico, acientífico y tan excéntrico como su actual numen. No lo es.

La ignorancia que casi todos exhiben sobre el libertarismo, sobre su historia, fundamentos éticos, referentes y extensa bibliografía académica ya no eximirá a quienes aventuren más conclusiones apresuradas.

Si la mayor parte de nuestra élite no comprende a cabalidad de qué se trata esta ideología, qué la diferencia de lo malo conocido y hacia dónde llevaría a nuestra sociedad a corto, mediano y sobre todo largo plazo, menos aún la entienden los millones de votantes que acaban de otorgarle el certificado nacional de nacimiento.

Aún carente de data racional, esa importante parte del electorado que expresó un violento rechazo contra todo lo ya probado, siente en lo visceral (¿el pragma político no se basa acaso en emociones?) que no puede seguir esperando a que “gente buena” en el gobierno les resuelva los problemas vampirizándoles antes su dinero y -auspicioso cambio- sus esperanzas.

Quienes forzaron esta novedad son, en parte, jóvenes de clases bajas impedidos de huir del país como sí lo hacen de a miles sus pares más afortunados. Ellos  decidieron tomar el futuro en sus manos: su voto-rebelión bien puede traducirse en un sonoro ¡no! a las mafias (empresarias, judiciales, sindicales, planeras, narco-policiales y sobre todo políticas) que minan el país y que les reparten limosnas que deben agradecer, al tiempo que los condenan a una vida sin horizontes; tan gris y miserable como la de sus padres peronistas. O aún peor.

Quienes viven del estatismo argento y lo militan, empiezan a oír las trompetas de su apocalipsis. En buena hora: las nuevas generaciones vienen marchando y a cada turno electoral consolidarán su derecho a un futuro mejor. 

Es de esperar que nuestra dirigencia política y social honesta tome nota de ello; que madure y guíe al común en el nuevo modo… o el terremoto la arrasará antes de tiempo.





Vomitando la Inmundicia

Octubre 2023

 

Nuestra gente se queja una y otra vez a través del voto… porque le falta dinero; nunca porque le falte ética ni inteligencia. Ni siquiera perspicacia, para vislumbrar qué le conviene a mediano plazo.

Las deficiencias en nuestra educación y por ende en nuestra cultura política han llevado a priorizar la elección de formas gubernativas que se apoyan en la represión por sobre las que se apoyan en la libertad. A dar más crédito electoral a quienes proponen castigos al hacedor, con prohibiciones, controles y quitas que a quienes proponen incentivos.

Como bien dice el credo libertario, no nacimos para ser forzados. Y lo cierto es que el ser humano funciona mucho mejor por estimulación vía incentivos que por amenaza vía prohibiciones, con especial impacto en lo social.

¿En verdad, saben los idiotas que son idiotas? Resulta patético que nuestro déficit en inteligencia social incluya el desconocimiento de lo que la idiotez provoca.

No lo saben (aunque lo intuyen) debido a que la bajada de línea educativa y las políticas sociales “de Estado” aplicadas con tanta insistencia y que fingen ayudar a los rezagados, son sólo mecanismos eficaces… para mejor robar. No para cultivar en la ciudadanía los valores de la libertad individual y de la crítica honesta al sistema, focos evolutivos que podrían ser tabla de salvación para sus hijos.

Así, al no saber o no querer saber que son idiotas útiles a la propia sujeción esclava de sus familias, los electores senior siguen demandando estas prácticas a todos los partidos políticos, a través del voto.

Y decimos senior porque los junior están empezando a cambiar. A descubrir, con bronca, algo que pocos querían admitir: que el Estado estorba. Que con su inmenso costo y su afán regulatorio (para mejor coimear) opera contra las legítimas aspiraciones de la gente y que en definitiva el igualitarismo en todas sus gradaciones de “justicia social” es el virus que mata en todas partes tanto la natural solidaridad humana como el deseo de ser competitivos. El mar de impuestos, cepos, prohibiciones, discriminaciones y privilegios que nos hundió como nación al punto de convertir a la Argentina en un Estado fallido es prueba de ello. Tanto como el mar de pobres que generó.

Ha sido también el revulsivo que está ayudando a las nuevas generaciones a vomitar la inmundicia. Porque la libertad, el paradigma estrella, no es otra cosa que ausencia de coacción por parte de otros; principalmente del malón de caciquejos y vivillos encaramados en el Estado y su Afip.

Ellos ya no esperan que “gente buena” en el gobierno les resuelva los problemas: el tema no es ese (no quieren volver a ser timados, coaccionados y robados) sino el de los desincentivos que marcan instituciones que bien podrían ser más eficaces y humanistas que las actuales. Vale decir, más cooperativas y mucho más voluntarias.

Comienzan de a poco a percatarse de que es la institución Propiedad Privada el origen, el fundamento de la civilización y de la paz social, no el Estado. Que se trata del reconocimiento de la responsabilidad individual y de la defensa de los contratos libres. Y que al ascenso social y al bienestar general sólo los impulsan la creatividad, la competencia, la innovación, la producción y el intercambio, no la coerción fiscal, sea esta monárquica o republicana.

El camino libertario en el que hoy está ingresando nuestra sociedad será sin duda largo y tortuoso, como todo lo que concierne a la evolución humana. Las personas que lo interpreten van a variar a lo largo de lustros y décadas y los tiempos de sus logros irán conformándose, como siempre, sobre la vieja espiral del progreso: dos pasos adelante y al cabo, uno y medio hacia atrás.

Lo que ya no podrá frenarse es la ética de que todos, sin excepción, nacimos para ser libres, de que resentimos el forzamiento (el fin nunca justificó ni justificará los medios) y de que la búsqueda de la felicidad (o proyecto de vida) es algo distinto para cada uno, respetable mientras no invada ni afecte iguales derechos del prójimo.

Parafraseando al gran Murray Rothbard (1926-1995, catedrático norteamericano y hombre bisagra en la historia de las ideas) diríamos que la búsqueda de la uniformidad es, en definitiva, cosa tribal, de bárbaros y que el entusiasmo pobrista por la igualdad es fundamentalmente anti humano porque tiende a reprimir el florecimiento de la personalidad individual y de la diversidad; en suma, de la civilización misma

En uno más de los muchos pasos que dio el humanismo libertario a lo largo de la historia se atribuye al padre de la patria, José de San Martín, haber comentado: "El rey nos decía que si no podíamos comprar leña que nos emponchemos, si por pobres no podíamos alimentar a nuestro caballo, que no lo tengamos, que si alimentarnos era costoso que comamos menos...entonces decidimos ahorrar gastos y nos liberamos del rey".

 

 

Nuestro Proceso de Evolución Cultural

Octubre 2023

 

Una explicación plausible a la posibilidad de que el Lic. Javier G. Milei sea electo este mes al frente del Estado, no es difícil; tampoco escapa al sentido común.

El desgobierno que nos rige, el patético minué de bandidos desesperados a la caza de más idiotas útiles de última hora, va revelándose como un absoluto grotesco. Un absurdo político que balbucea, como único plan, más del mismo pobrismo clientelar que nos hunde. Añadamos que nuestro actual “presidente” Sr. Alberto Fernández -de quien no nos consta su título de abogado que, a juzgar por las burradas que ha defendido en estos 4 años bien podría ser tan falso como el de su superiora- es sólo un idiota útil más de quien nada honesto ni sagaz (renuncia y fuga) puede esperarse.

Y dado que es ingenuo contestar a la locura con la razón o al absurdo con la lógica, se concluye en que al grotesco hay que ponerle enfrente un grotesco más grande aún.

El sopapo debe ser fuerte, parecieron decir más de 7 millones de argentinos mileístas en Agosto pasado, sin temor de encumbrar a alguien que promete hacer polvo una larga lista de supuestos sociales que, de todos modos, vienen estallando frente a nuestras narices desde hace años.

Una parte importante de estos votantes son jóvenes de clase media baja y baja, sin posibilidades de huir del país como sí lo hacen de a miles sus pares de clase media alta y alta.

Con poco que perder y entrampados en una dinámica social que sólo les ofrece una vida tan mala como la de sus padres peronistas o aún peor, prefieren que todo vuele por los aires.

“Barajemos y demos de nuevo” parecen decir aunque, esta vez (batalla cultural en proceso mediante), rotando en 180° el paradigma ideológico.

La rebeldía frente a una vida de carencias que hasta hace una generación se canalizaba a través de “la izquierda” y que siempre desembocó en un corset fiscalista-planero con corrupción, amiguismo y comisariato político, hoy se canaliza de manera mucho más cool a través de “la derecha”; del capitalismo con sus libertades económicas, destrucción creativa, mérito y responsabilidad individual acompañadas, claro, por chances de ascenso social honrado.

Hablamos de la percepción de sólo dos opciones maniqueas por parte de los sub 40 que hoy son mayoría: la contenedora esclavitud del estatismo (en todas sus gradaciones) versus la imprevisibilidad adrenalínica de un capitalismo a fondo, exigente tanto en esfuerzo como en autoestima.

La clásica tendencia argentina al exitismo podría lograr por contagio que J. Milei llegue efectivamente a presidirnos. Algunos libertarios de más larga data y reflexión, sin embargo, preferiríamos que en este turno electoral ganasen Patricia Bullrich y su alianza Juntos por el Cambio.

Sería el giro controlado hacia un norte liberal, dando tiempo a que el combo de ideas disruptivas de primera generación puestas por Milei sobre el tapete (eventual dolarización, arancelamiento para foráneos en salud y educación, reforma previsional, portación legítima de armas, aceleración de obra pública por privatización, reforma laboral, cheques educativos, cooperativización de empresas estatales, cierre o embozalamiento del Banco Central, cambios en regionalización, coparticipación y ATN etc. etc.) madurasen y se internalizaran a nivel masivo como alternativas posibles, a debatir sin preconceptos.

La presencia de estos temas (y de otros más avanzados) en la opinión pública y a nivel político ya empezó a darse y a su tiempo debería permear en la orientación de las acciones y propuestas del gobierno que asuma a fin de año, tanto a nivel de los poderes ejecutivos municipales, provinciales y nacional como en las demás instituciones del Estado.

Lo libertario es un motor conceptual y económico muy poderoso, mucho más que lo liberal conservador, que se traduciría en un empuje bruto de demasiados caballos de fuerza para esta instancia de nuestro proceso de evolución cultural. Equivaldría a darle las llaves de un superdeportivo Lamborghini Huracán modelo 2023 a un adolescente para que vaya a festejar con sus amigos, la noche en que estrena su carnet de conductor principiante.

El problema no es tanto de si el Sr. Milei está intelectual y psíquicamente capacitado para aplicar desde la presidencia estas ideas como de que los argentinos y sus instituciones estén culturalmente preparados para entender a cabalidad esta clase de propuestas, cosa que ni siquiera nuestra élite periodística ha logrado hacer aun (primero) y para aceptar colaborativamente tan grandes novedades (segundo).

Es claro que creemos que no. Y que la consiguiente resistencia instintiva por temor al cambio hará abortar entre incomprensiones, enfrentamientos y frustraciones muchas ideas benéficas de vanguardia, alejándolas de la consideración pública por lustros.

Tal vez sería mejor, tras 4 años golpeando nuestros riñones en el destartalado Rastrojero Diesel de la abuela, probar durante los siguientes 4 no ya en el Lamborghini sino con un más que aceptable sedan Toyota Corolla 0 km.






Acerca del Derecho Natural

Septiembre 2023

 

Por razones bien conocidas se ha hecho imprescindible en la Argentina actual el que cada espacio político fundamente la ética sobre la que basa sus propuestas.

En tal sentido, los libertarios vienen haciendo un gran trabajo de docencia en su batalla cultural al poner a consideración de los jóvenes con inquietudes intelectuales, ideas que estimulen su pensamiento crítico. Títulos, autores, argumentaciones éticas y prácticas. Incluso bellas utopías posibles que abren los ojos al norte de un futuro mejor; lejano o no tanto, pero más justo y no-violento que lo actual.

De entre este tesoro de experiencias, conocimientos, estudios e ideas humanistas destaca la relevancia dada al Derecho Natural por sobre el Derecho Positivo.

Se entiende por Natural al que define que todos los seres humanos tenemos derecho, por el sólo hecho de aparecer en este mundo, a la vida, a la libertad y al intento de lograr nuestra particular felicidad con todo lo que de estos tres ítems se deriva. Advierte asimismo que su ejercicio por parte de cada uno no debe herir los derechos naturales de otras personas; vale decir, no puede invadir lo que les es propio (su propiedad, como la palabra lo indica, que incluye su cuerpo y lo que la labor de este produzca) ni bloquear la libertad de perseguir su propia felicidad.

Mujeres y hombres nacemos desnudos y absolutamente igualados en estos derechos naturales que en verdad son la justicia. Lo son porque nos indican cómo comportarnos con el prójimo para vivir en armonía, absteniéndonos de hacerle lo que ellos prohíben: engañar, forzar, robar, lastimar, esclavizar, matar o cualquier otro crimen sobre su persona o bienes honestamente adquiridos. Y si así lo hiciéramos, nos obliga a devolver y reparar por el daño causado.

El derecho natural no es algo construido por el ser humano sino que nace con él. Y si bien puede ser infringido o ignorado por las normas que se legislen, esto no implica su modificación ni abolición. Sencillamente porque se trata de algo innato; del sentido común codificado; de la ley suprema, inmutable a través de las eras y aplicable a todos por igual sin discriminación de lugar, pertenencia, ocupación, edad, ideología, sexo, raza, religión, nivel cultural ni coeficiente intelectual.

El derecho positivo, en cambio, es el derecho construido por los seres humanos. Lo constituye el cúmulo de normas que se legislan (o se modifican o derogan) con fuerza de ley. No es aplicable a todos en todo tiempo y lugar, sino por cada sociedad a través de determinados legisladores y jueces, para determinados sujetos bajo determinadas circunstancias y en determinados momentos históricos.

Tampoco obliga al agresor a compensar o reparar personal y efectivamente a la víctima conforme el daño causado sino que considera al crimen como una “ofensa a la sociedad” castigable eventualmente con prisión… costeada no por el “ofensor” sino por todos, incluida la víctima (con más los gastos incurridos durante su aprehensión y juzgamiento).

Vale decir, conforme la visión de los autores filo libertarios, ningún Estado debería pretender crear el derecho (ni el orden consecuente) sino limitarse a descubrirlo legislando lo reglamentario, en todo caso, sobre la base del derecho natural, superior y anterior patrimonio inalienable de todos los seres humanos.

Legislar, juzgar y ordenar sin violar ni degradar ninguna de las tres “cláusulas” de este derecho universal es el verdadero (y nunca bien alcanzado) arte del buen gobierno constitucional.

Arte que troca en destrucción de derecho y orden en la exacta proporción en que se aleja de esta Ley de Oro, beneficiando a una parcialidad a costa de los derechos de otra. Aparecen entonces, al instante, las semillas que al cabo harán prevalecer la falacia por sobre la verdad y lo deshonesto por sobre lo honesto; en definitiva, lo injusto por sobre lo justo llevando a la sociedad hacia el desorden. Hacia la inequidad y la pobreza, con miserias morales como las de nuestro actual gobierno y las de sus votantes.

En ese desastre estamos. El crimen cometido por la tribu peronista contra la República Argentina hace 78 años, aún vigente en sus alaridos, robos y chuzazos,… no pagó.

En breve elegiremos una camada de nuevos legisladores. No es necesario portar título de abogado/a para ser un/a buen/a diputado/a o senador/a de la democracia. Ni siquiera es preciso un alto nivel de instrucción formal. Tan sólo el sentido común suficiente como para discernir en cada caso qué tan conforme a la ley natural está el proyecto de ley o de derogación sometido a su criterio (voto positivo) o qué tan violatorio es de sus 3 simples mandatos y de lo que de ellos se deriva (voto negativo).

Contribuirán así en todos los casos, sin temor a equivocarse, a la mejor virtud del derecho positivo que encarnan y en algún grado, a la prosperidad de nuestra abusada sociedad.

 

 

El Intelecto y La Ética

Septiembre 2023

 

Más allá de que Javier Milei ostente serias fallas de carácter, tino y ponderación y aunque no llegase (en parte por esas deficiencias) a presidirnos, nunca terminaremos de agradecer su aporte a la difusión masiva de nuevas ideas y valiosos conceptos pro mercado (o sea pro todos, no pro algunos), a salvo de cualquier consideración personal.

Y más allá también de que los libertarios aporten a corto y mediano plazo al funcionamiento normal del actual sistema (representativo, republicano y federal con voto directo universal) el diferencial es que ellos hunden el bisturí a mayor profundidad que el resto.

A largo plazo, asumen que estamos embarcados en un modelo inviable. Que estamos remando, finalmente, sobre un fallido totalitario cuya evidencia más burda es la grieta moral que hace estallar cíclicamente al país. Pero que aún mal enterrando esta prueba (tras el supuesto de años de batalla cultural y productiva en pos de acabar con el multitudinario parasitismo esclavo-clientelar de empleo público + planes y su dependencia mafiosa de una legión de corruptos), tampoco se encauzará el sistema ya que son sus cimientos conceptuales los que fallan; los mismos que propiciaron a lo largo de muchas décadas el armado de nuestra particular inviabilidad

Se trata de una certeza por decantación a la que las personas instruidas no pueden escapar, a riesgo de asumirse intelectualmente deshonestas. Una que cuestiona creencias sostenidas durante toda una vida, como las que aquí se entienden por “mejor sistema” o “justicia social”.

Porque lo que en definitiva hace ese ingenio coactivo llamado Estado (todo, aunque en especial lo que refiere al “de bienestar”, “proveedor” o “presente”), es subsidiar la irresponsabilidad general haciendo crecer año tras año la proporción de ciudadanos de intelecto y ética inferior.

Si algún supuesto sostiene al sistema vigente es el de que un número mayoritario de personas ostente el suficiente nivel de inteligencia y ética como para reconocer que la vida en sociedad es, ni más ni menos, cooperación humana inteligente (valores racionales) y ética (valores cívicos).

Eso no se ha verificado y por ello padecemos a un gran Frankenstein; un leviatán invasivo y ultra costoso que no protege la propiedad ni promueve la libre asociatividad en pos de la producción de riqueza sino que nos empobrece a todos. Esto es, para el lucro de 3 oligarquías enriquecidas (sindical, política y empresauria) que nos agrietan para reinar mientras tejen las redes de un ejército de esclavos cuyo nivel cultural y moral descienda con cada generación.

¿A qué la dureza de las palabras “fallido totalitario”? Fallido porque la experiencia empírica, tras un par de siglos lidiando con el sistema “Estado-nación”, nos muestra que casi no hubo constitución republicana por bella e ingeniosa que fuese, que lograra encadenar al gobierno con controles, divisiones y contrapesos impidiendo al funcionariado (ejecutivo, legislativo, judicial o “autárquico”, da igual por depender sus remuneraciones del mismo ente corporativo) crecer, en uso y abuso del “soberano” pagador de a pie.

Como era de prever, la parte vil de la naturaleza humana predominó: fue ingenuo pretender de alguien austera, patriótica vocación de servicio público y autocontrol, comandando una poderosa máquina coercitiva minada de potenciales cómplices en la dispensa de discrecionalidades pseudo legales… con dinero ajeno. Empoderar hombres o mujeres normales (no ángeles sabios) al mando de un ingenio así esperando lo anterior fue y será irracional. En el 85 % de los casos el poder y las tentaciones solo acentuarán sus bajezas; sus contribuciones al fallido.

Y totalitario porque para hacer funcionar un Estado-nación con todos sus monopolios, privilegios y redundancias es necesario implementar un sistema de extracción forzada (jamás voluntaria), decretando la abolición del libre albedrío. Tanto en lo que toca al fruto del trabajo personal como a la decisión individual de no pertenecer (en su tierra, sin tener que emigrar) a un mal sistema decidido por otros (la minoría más pequeña es la de un solo individuo, con igual derecho que una mayoría de millones), ni apoyar por acto, aporte u omisión acciones derivadas de esa pertenencia que repugnen a sus valores morales y/o éticos. Y eso, por más que choque a los demócratas mejor intencionados, es totalitarismo.

La triste verdad es que el Estado no crea el derecho (en todo caso debería limitarse a descubrirlo) ni el orden virtuoso sino que los destruye. Subsidiar pobres con impuestos detraídos de la tasa de capitalización trae más pobreza, así como subsidiar madres solteras vulnerables aumenta su número. Razonamientos que pueden ampliarse a toda la seguridad social estatal, que constituye en sí misma y en última instancia un ataque a la institución de la familia y a la responsabilidad personal; ataque que no ocurriría en un contexto de libertades; de propiedad y libre albedrío respetados, con su consecuente riqueza generalizada.




Contrapunto Impositivo

Agosto 2023

 

El credo libertario tiene claras unas pocas cosas, todas espectacularmente contrapuestas a lo que en esta campaña electoral vemos proponer al justicialismo, verdadero lobo lanzado a la caza de idiotas útiles bajo una nueva piel de cordero, esta vez massista.

Porque, ya se sabe, no hay esclavo más dócil que aquel que no sabe que lo es, tal como los que integran la actual masa mendrugo-clientelar del panperonismo pobrista.

En lo impositivo, tras haber establecido que la carga tributaria impacta en forma proporcional sobre la tasa de capitalización (inversiones), el ancap (anarcocapitalismo) reivindica como norte de largo plazo el monto cero.

Siendo que dicha tasa (por teoría y experiencia empírica) es la que define el nivel de bienestar económico de una sociedad y que el libertarismo tiene como objeto dicho bienestar en cabeza de cada individuo que la compone, el objetivo de corto/mediano plazo es entonces que los empleadores se vean obligados a ofrecer salarios más altos y mejores condiciones laborales, tal como ocurre en las economías que menos se endeudan y más avanzan, caracterizadas todas por aceptables tasas de capitalización.

Un punto al que se llega (y que se sobrepasa) con políticas de imposición decrecientes, dejando entre paréntesis el más que interesante debate respecto a si debe finalmente existir un monopolio territorial de coacción tributaria (Estado) a cambio de “servicios” varios prestados a la sociedad-rehén o si hay modos más inteligentes (efectivos) y civilizados de organización social voluntaria.

En modo racional y según la visión libertaria, a menos impuestos más inversiones: en una escala imaginaria de 0 a 100, cuando la presión tributaria tienda al cero, la tasa de capitalización tenderá al cien, arrastrando oferta de empleos, salarios y bienestar general (tanto como ganancias empresarias puntuales) a la suba.

En duro contrapunto, la jerarquía izquierdista se aferra en modo emocional (por una cuestión de manejo electoralista de envidias, complejos de inferioridad y resentimientos disfrazados de ideología), a gravámenes más altos y progresivos. Que sin excepción han frenado la movilidad social ascendente promoviendo, en cambio, la descendente con tasas de capitalización, salarios, ingresos empresarios y bienestar… a la baja. Tal como se ve en nuestra Argentina 2023, devastada por el ladri-fascismo mafioso.

Durante la transición de largo plazo hacia una sociedad puramente voluntaria (contractual en serio) sin impuestos ni extorsiones, dos más dos siempre será cuatro: si alguien gana $ 100, con un impuesto del 35 % pagará $ 35. Pero si ese mismo alguien logra ganar el doble ($ 200) con una alícuota del 25 %,  pagará $ 50.  El 10 % no retenido por el Estado habrá pasado a incrementar la tasa de capitalización y de ese modo el fisco recaudará más ($ 50 contra $ 35 para el mismo sujeto imponible), habiendo impulsado al empresario a reinvertir para producir mejor y cambiar así de categoría; es decir, progresividad inversa con instituciones inclusivas… en lugar de extractivas.

Se trata, claro, de superar el resentimiento envidioso para hacer crecer al conjunto sin castigar  mérito y esfuerzo. De asumir un nuevo paradigma cambiando penalización por motivación, desestimando eventuales desigualdades.

Un planteo que llevado en decurso natural a través del carril provisto por un destino final correcto (libertario) aunque sea de largo o muy largo plazo nos guía, conforme al postulado de la tendencia, hacia una sociedad sin siervos. Una de propietarios; de opciones, oportunidades y optimismos; poderosa en lo económico, competitiva, exenta de pobreza y por tanto de clientelismo estato-esclavista.

Nos guía hacia una comunidad voluntaria, de personas contractualmente relacionadas para todas sus necesidades. Una con escasas chances de corrupción y privilegios malhabidos, con el plus de una solidaridad inteligente (vale decir, no estatal) cuantiosa; garantizada por su propia prosperidad.

 Aunque sepamos que todo lo humano es imperfecto y esté sujeto a los vicios de algunas personas de mala entraña, la ética de la libertad y su efectividad no-violenta para fabricar bienestar castigando al ruin siempre será demoledoramente superior a la del estatismo, causante de nuestro colapso ético (sobre todo) y económico (su consecuencia); absoluto responsable de nuestro modo agrietado, vejador e ineficiente de relacionarnos.

El libertarismo no es otra cosa que esa ética llevada a su conclusión práctica: si el ser humano no nació para ser forzado y la libertad es la herramienta natural de sus elecciones individualmente responsables en la búsqueda de felicidad (en acuerdo con lo que Dios quiere, por otra parte), es obviamente la estrella polar a seguir.





Volviendo al futuro

Agosto 2023

 

Nos demoramos 200 años en percatarnos del error y el horror de atar la religión al poder político; es de desear que no nos demoremos otro tanto en darnos cuenta del error y el horror de atar la moneda al gobierno. Las ya añosas palabras del Nobel de economía 1974 Friedrich A. von Hayek (1899 – 1992), nos interpelan con crudeza acerca de la lentitud con la que las democracias (el elector individual, en realidad) se percatan de ciertas verdades de perogrullo. Un tortuguismo de entendederas que ha costado al mundo (y a nuestro país en particular) ingente cantidad de sangre, sudor y lágrimas efectivizadas en innecesario atraso; en desolación causada por injusticias, deméritos y negociados; en millones de muertes prematuras por pobreza.

Lo que hoy nos parece inconcebiblemente disruptivo, novedoso hasta la exasperación o incluso disparatado en boca de J. Milei (fin de la banca central) ya fue dicho por otros, más sabios y célebres que él, hace muchos años.

Hace poco trascendió la historia reciente de un usuario avanzado que consultó a su chat de IA cargando toda la data técnica correspondiente, a fin de obtener un programa de gobierno perfecto para nuestra Argentina con vistas a un crecimiento económico vigoroso y sustentable. Y el bot se lo dio con lujo de detalles; incluyendo entre sus recomendaciones la sucesión cronológica de acciones, derogación de obstáculos y nuevas leyes necesarias, con su correspondiente articulado reglamentario.

Tal vez no falten tantas décadas como creemos para hacer de nuestro gobierno de políticos algo del todo innecesario y de nuestro Estado-Nación con su monopolio territorial de la agresión tributaria algo obsoleto, víctima de su propio primitivismo.

Ciertamente, la paleo-economía de cerrazones, impuestazos con progresividad, amenazas, extorsiones, dirigismo cerril y prohibiciones a granel (con norte en el capitalismo de amigos) que maneja S. Massa para su alianza Unión por la Patria se encuentra en las antípodas del modelo de aperturas comerciales, libertades financieras, creatividades productivas,  desregulaciones y bajos tributos que propone el bizarro libertario criollo de La Libertad Avanza, cuya batalla de fondo se plantea contra la política entendida como profesión lucrativa y en favor de la ciudadanía pagadora de a pie. Dicho en otras palabras, en términos de un juego de suma cero de poder político vs. poder social. Pobrismo massi-cristi-albertista bastante alejado también de la propuesta más liberal en lo económico aunque conservadora en lo político e institucional, de la alianza Juntos por el Cambio.

En medio de todas estas incertidumbres asoma en la sociedad  la sensación, confusa aún, de que la política y sus instituciones de gobernanza, la república con su división de roles, controles y poderes, la democracia representativa tal como se la entiende hoy y el entero sistema de Estados nacionalistas detentores de monopolios territoriales de legislación, justicia, imposición y fuerza,  empiezan a ser el rey que circula desnudo en la fábula de H. C. Andersen.

Flota la idea de que la tecnología, las redes horizontales y la realidad combinada que ambas fuerzan sin pausa, no están siendo seguidas por una actualización institucional acorde. De que la política ha quedado rezagada de un modo monumental, con adaptaciones avanzando a paso de tortuga (debido a su propia e inmensa masa de intereses creados; auto justificados) frente a una demanda civil de nueva organización comunitaria que avanza, guste o no, a mayor ritmo que el del mero recambio generacional.

Cunde la percepción de que la clase política iría camino de ser una casta integral, ya sin excepciones, en la medida que se niegue a recortar, descentralizar y abrir  sus (para ellos) lucrativos monopolios. Así como crece una mirada crítica posada en la burocracia de vacas sagradas tan costosas e ineficaces como justicia, salud y educación públicas, seguridad, defensa y representación exterior entre otras.

Se trata esta de una percepción abonada por comparación con el accionar de un sector privado (local o no) que día a día diversifica, segmenta y personaliza más los servicios que ofrece. Sector que en dura competencia multiplicaría sus ofertas, eficientizaría abaratando e innovaría en todo si se le abrieran los cotos hoy prohibidos; si se lo liberara de bozales reglamentarios, peajes políticos y sobrecargas impositivas.

El Juntos por el Cambio que muy probablemente gane las presidenciales de Octubre haría bien en acercar las ideas del libertario a las propias, tomando nota de la senda por la que correrá la historia en las próximas 5 décadas. Y en guiar a nuestra ciudadanía a través de una rediseñada docencia en valores (¡y ejemplos!), que internalice a todo espectro el dilema de nuestro tiempo: libertad vs. esclavitud

Acaso se autoperciban estadistas. Bien: lo apuntado sería gobernar para el largo plazo, reponiendo en el mediano a nuestra Argentina en el ágora de las potencias económicas, morales y culturales. Un sitial del que nos bajó a patadas el corrupto corporativismo peronista que aún nos hunde.





Sesgos

Julio 2023

 

Hace unos días la bien informada periodista Inés Capdevila publicó un artículo en el que se refería a algunos puntos de la plataforma electoral de La Libertad Avanza (J. Milei).

Bajo el encabezado inicial Ideas disruptivas pero viejas, se detenía en 3 propuestas (dolarización, vouchers educativos, portación de armas) y en los resultados que las mismas habían obtenido en otros países, data que analizaba con un claro sesgo negativo. Sin embargo y más allá de los títulos, la descalificación se revertía por sí tras la impresión de que, mediando algunas correcciones y previsiones basadas en esas mismas experiencias, las propuestas serían aquí no sólo viables sino benéficas.

En lo que toca a la posible dolarización, el ejemplo elegido por la periodista fue el de Ecuador, donde computaba como resultados a favor la desaparición de la inflación y una fuerte reducción de la pobreza junto al crecimiento de la producción y al blindaje del país contra casi todas las crisis externas sucedidas, exceptuando la pandemia que encontró al Estado con escaso margen de maniobra fiscal para auxiliar a una población encerrada. Los argumentos en contrario se centraban en el aumento de la desigualdad (pese a la caída de la pobreza), a una relativa desindustrialización y al aumento de los episodios de inseguridad de la mano de mafias y traficantes de drogas que lavan allí sus dólares malhabidos. 

Tres situaciones solucionables en nuestra Argentina: la primera, dando continuidad  y fuerte impulso mediático a la batalla cultural en proceso en favor de la libertad y contra el pobrismo clientelar, bajo la idea fuerza genérica de no me importa la desigualdad porque no soy envidioso; me importa la pobreza. Y demostrando en los hechos las bondades en innovación, emprendedorismo, generación de empleo y sobre todo movilidad social ascendente, de un capitalismo con conciencia comunitaria (eficiencia dinámica y gestión social empresarial) propio del siglo XXI. 

Puntualmente, Milei propone legalizar el uso de monedas en competencia con el peso, evaluando una eventual dolarización pensada como el reaseguro de un país adicto a la droga inflacionaria, para una segunda etapa. 

En lo que respecta a la desindustrialización y al no aporte de valor agregado a la producción primaria, debe tomarse nota de las diferencias productivas y de potencialidad entre Ecuador y Argentina en un sinnúmero de rubros, datos todos que alejan dicha posibilidad. La tercera objeción, referida a mafias, narcos, lavado de activos e inseguridad asociada, resulta obviable mediando decisión política en la estricta implementación de unas pocas reglas básicas de convivencia, orden público y libertad financiera responsable.

En el tema de los vouchers educativos, el artículo ponía como ejemplo a Chile. Allí se implementó desde 1981 el subsidio a la demanda (los alumnos de bajos recursos) en lugar de a la oferta (las escuelas públicas) para que los establecimientos compitiesen por su clientela estimulando así la excelencia. Y se continuó con el subsidio de algunos colegios privados, creando de este modo un sistema mixto. Como resultados a favor computaba la dinamización de todo el sistema y el mayor número general de escolarizados, creciendo también tanto el gasto por alumno como los resultados chilenos en las pruebas Pisa a nivel mundial. Los argumentos negativos se centraban en que, con el tiempo, surgió una segregación basada en que a los colegios privados y semi privados se les permitieron libertades programáticas y posibilidades de lucro que a las escuelas públicas no, tendiéndose entonces a una selección natural de “mejores alumnos” por propia economía de formación. La discriminación resultante aportó a una insatisfacción social por desigualdades varias que derivó finalmente en los graves disturbios de 2019, seguidos por la exigencia de cambio (en proceso) de la entera Constitución nacional. 

Son objeciones y derivaciones que hallan solución en, justamente, aprender de aquella experiencia ajena. El sistema de vouchers que Milei propone (recién para una tercera generación de reformas) nos sirve, en todo caso, en la larga transición hacia un sistema completamente privado a darse a futuro en una sociedad de propietarios, libertaria y exenta de pobreza. Portando además el potencial de frenar nuestra decadencia cultural si aplicamos con mayor justeza que en Chile las ideas de la libertad. Esto es: prioridad presupuestaria estatal para el rubro educación, libertad de currícula y de ganancia para todos por igual con libre acción competitiva en becas o sobre cuotas, así como de implementar fuertes bonus por resultados para docentes y directivos de escuelas públicas. Además, claro, de cláusulas generales anti segregación (pocas pero de gran sentido común) bajo estrictas y taxativas penalidades.

Un tercer tema tratado era el de la portación de armas. Y el ejemplo elegido fue el de otro país cercano, Brasil, donde J. Bolsonaro liberalizó en 2019 su tenencia “a las personas de bien para disuadir a los violentos”. Los resultados positivos consignados parecen demoledores ya que los femi/homicidios disminuyeron desde su pico máximo histórico de casi 60.000 en 2018 a 40.800 en 2022, no obstante considerar que los resultados de este tipo de políticas suelen reflejarse a largo plazo. Por su parte, las argumentaciones negativas se diluyen en una serie de motivos menores en el intento de explicar la brusca baja, tales como envejecimiento poblacional, aumento de recursos en seguridad y profesionalización de la delincuencia.  Y en objetar que la intención oculta del presidente fue (a similitud de EEUU) la de armar mejor a la población, empoderándola ante la eventualidad de que autoridades más estatistas quisieran en lo sucesivo imponer medidas que contrariaran legítimos intereses y libertades personales de la gente de bien. A nuestro modo de ver, argumentos que potencian la propuesta de J. Milei de facilitar a los argentinos honestos (mayores, sin antecedentes penales y previo curso de capacitación) su libre adquisición y portación.

Nos resistimos a creer que medios de comunicación serios, no rentados por el kirchnerismo, hayan establecido una línea editorial direccionada en contra del libertario.

Un sesgo estatista y pro regulador, no obstante, parece permear últimamente a profesionales de la pluma que hasta hace poco defendían con valentía toda acción en favor de la disminución del poder político (vale decir, de la coacción estatal) y del aumento del poder social (es decir, de la más amplia libertad de acción privada).

Antipatria, Mussolini y Electroshock

Julio 2023

 

Muchos y documentados análisis se han hecho y mucho se ha dicho de cierto sobre el peronismo y las razones de su perdurabilidad en el tiempo a pesar de los malos resultados de sus diversas gestiones.

Hoy está a la vista un nuevo desastre nacional en ítems como deuda, inseguridad, salud y educación pública. Y en la pérdida diaria de valor del peso, causando fuga de cerebros y una gran movilidad social descendente (pobreza) con altos niveles generales de desesperanza, incertidumbre y desconfianza. Ítems que posicionan con solidez al gobierno de los Fernández + Massa como el peor de los últimos 40 años aunque conservando, según encuestas, una intención de voto de al menos 25 %.

El que a pesar de todo existan todavía tantos argentinos dispuestos a seguir apoyando a esta dirigencia en la tarea de profundizar el pobrismo fiscalista en curso implica algunas duras certezas que no deben silenciarse.

Porque el fallido nacional, el que la Argentina esté de rodillas, humillada frente a países a los que antes miraba por sobre el hombro o en actitud mendicante frente a organismos de crédito y potencias económicas de las que deberíamos ser pares (o superiores, a esta altura) no es algo que a ellos les preocupe. Tienen un norte distinto y no les interesa formar parte de un proyecto compartido. No, al menos, de uno compartido con otros argentinos cuya hoja de ruta es la Constitución; Carta Magna que desprecian; contra la que se alzan cada día a cara descubierta.

Al menos 8,6 millones de conciudadanos (25 % del padrón) no desean vivir en una república con independencia de poderes. No en una con instituciones de control imparciales en el escrutinio legal de cada uno de los actos del gobierno, en efectiva defensa de las minorías.

Ellos tienen un proyecto nacional distinto. Hegemónico: con los 3 poderes subsumidos en una sola mano, electa por el simple “somos más”. Con un Estado grande, cobijador de más y más empleados públicos que controlen y regulen al sector privado. Que sea un férreo esclavizador de pagadores cautivos. Con impuestos sobre minorías seleccionadas tan altos y progresivos como sea necesario, al efecto de asegurarles a ellos y a cada vez más personas el derecho subsidiado a un ingreso mensual suficiente, a la vivienda propia, a la jubilación y al esparcimiento. Aparte de todos los demás derechos adquiridos sin cargo alguno de contraprestación aparente (educación, salud, seguridad, defensa, justicia, infraestructura etc.).

Sumatoria de derechos que para ser efectivizados, claro, requieren de la derogación parcial o total de derechos constitucionales anteriores de mayor entidad (derecho de propiedad y disposición, derecho a libertades personales y de industria, derecho a igualdad frente a los impuestos etc).

Estos derechos previos son los que nuestros próceres, sin una sola excepción, defendieron frente al poder imperial (y al de los caudillos provinciales) y cuyo mandato de estricto cumplimiento quedó definido en nuestra Constitución liberal, haciendo posible el ascenso argentino de desierto semisalvaje a potencia mundial en pocas décadas. Un sitial de riqueza y prestigio que mantuvimos con sus más y sus menos durante 80 años y que recibió el tiro de gracia durante la década de los ’40 del pasado siglo.

En Abril del ’45 Benito Mussolini era fusilado, colgado de los pies y ultrajado en plaza pública junto a su mujer.  Caía el fascismo en Italia al mismo tiempo que su primo nazi en Alemania pero en nuestro país… J. D. Perón, gran protector de jerarcas fugitivos, implantaba las ideas corporativas de su admirado Duce dando el banderazo de largada a una decadencia cultural (aluvión zoológico), ética (sobre todo) y económica  (su corolario) que sigue hasta hoy.

Su basamento, totalmente emocional, fue lo que hasta entonces era uno de los pecados capitales, la envidia, que pasó a ser reivindicado bajo otro nombre: “justicia social”.

La patria de nuestros próceres, aun hoy portadora de hondos sentimientos de orgullo por los logros sociales de su exitosísima meritocracia, por nuestro prestigio e influencia o por el gran poder de la moneda argentina frente al orbe nada significó ni significa para los peronistas y sus laderos. Fueron y son en este sentido, auténticos antipatrias.

¿Cómo reconstruir una patria republicana en fraterna unidad con 8 millones seiscientos mil antipatrias dentro? La respuesta más obvia es que no parece posible.

Argentina constituye a esta altura de los acontecimientos y vista la intención de voto, un Estado fallido. Uno con al menos dos proyectos de país antagónicos; de aspiraciones totalmente divergentes. Puesta entre la espada y la pared, media población elegirá el modelo “productivista” de libre mercado y la otra mitad, el modelo “estatista” o clientelar parasitario atentos a que, según encuestas, más del 40 % sigue queriendo un Estado grande y paternalista.

Lo que nos lleva a ver con escepticismo los esfuerzos de candidatos como P. Bullrich o J. Milei por revivir la fenecida unidad nacional con un electroshock desfibrilador.