Vomitando la Inmundicia

Octubre 2023

 

Nuestra gente se queja una y otra vez a través del voto… porque le falta dinero; nunca porque le falte ética ni inteligencia. Ni siquiera perspicacia, para vislumbrar qué le conviene a mediano plazo.

Las deficiencias en nuestra educación y por ende en nuestra cultura política han llevado a priorizar la elección de formas gubernativas que se apoyan en la represión por sobre las que se apoyan en la libertad. A dar más crédito electoral a quienes proponen castigos al hacedor, con prohibiciones, controles y quitas que a quienes proponen incentivos.

Como bien dice el credo libertario, no nacimos para ser forzados. Y lo cierto es que el ser humano funciona mucho mejor por estimulación vía incentivos que por amenaza vía prohibiciones, con especial impacto en lo social.

¿En verdad, saben los idiotas que son idiotas? Resulta patético que nuestro déficit en inteligencia social incluya el desconocimiento de lo que la idiotez provoca.

No lo saben (aunque lo intuyen) debido a que la bajada de línea educativa y las políticas sociales “de Estado” aplicadas con tanta insistencia y que fingen ayudar a los rezagados, son sólo mecanismos eficaces… para mejor robar. No para cultivar en la ciudadanía los valores de la libertad individual y de la crítica honesta al sistema, focos evolutivos que podrían ser tabla de salvación para sus hijos.

Así, al no saber o no querer saber que son idiotas útiles a la propia sujeción esclava de sus familias, los electores senior siguen demandando estas prácticas a todos los partidos políticos, a través del voto.

Y decimos senior porque los junior están empezando a cambiar. A descubrir, con bronca, algo que pocos querían admitir: que el Estado estorba. Que con su inmenso costo y su afán regulatorio (para mejor coimear) opera contra las legítimas aspiraciones de la gente y que en definitiva el igualitarismo en todas sus gradaciones de “justicia social” es el virus que mata en todas partes tanto la natural solidaridad humana como el deseo de ser competitivos. El mar de impuestos, cepos, prohibiciones, discriminaciones y privilegios que nos hundió como nación al punto de convertir a la Argentina en un Estado fallido es prueba de ello. Tanto como el mar de pobres que generó.

Ha sido también el revulsivo que está ayudando a las nuevas generaciones a vomitar la inmundicia. Porque la libertad, el paradigma estrella, no es otra cosa que ausencia de coacción por parte de otros; principalmente del malón de caciquejos y vivillos encaramados en el Estado y su Afip.

Ellos ya no esperan que “gente buena” en el gobierno les resuelva los problemas: el tema no es ese (no quieren volver a ser timados, coaccionados y robados) sino el de los desincentivos que marcan instituciones que bien podrían ser más eficaces y humanistas que las actuales. Vale decir, más cooperativas y mucho más voluntarias.

Comienzan de a poco a percatarse de que es la institución Propiedad Privada el origen, el fundamento de la civilización y de la paz social, no el Estado. Que se trata del reconocimiento de la responsabilidad individual y de la defensa de los contratos libres. Y que al ascenso social y al bienestar general sólo los impulsan la creatividad, la competencia, la innovación, la producción y el intercambio, no la coerción fiscal, sea esta monárquica o republicana.

El camino libertario en el que hoy está ingresando nuestra sociedad será sin duda largo y tortuoso, como todo lo que concierne a la evolución humana. Las personas que lo interpreten van a variar a lo largo de lustros y décadas y los tiempos de sus logros irán conformándose, como siempre, sobre la vieja espiral del progreso: dos pasos adelante y al cabo, uno y medio hacia atrás.

Lo que ya no podrá frenarse es la ética de que todos, sin excepción, nacimos para ser libres, de que resentimos el forzamiento (el fin nunca justificó ni justificará los medios) y de que la búsqueda de la felicidad (o proyecto de vida) es algo distinto para cada uno, respetable mientras no invada ni afecte iguales derechos del prójimo.

Parafraseando al gran Murray Rothbard (1926-1995, catedrático norteamericano y hombre bisagra en la historia de las ideas) diríamos que la búsqueda de la uniformidad es, en definitiva, cosa tribal, de bárbaros y que el entusiasmo pobrista por la igualdad es fundamentalmente anti humano porque tiende a reprimir el florecimiento de la personalidad individual y de la diversidad; en suma, de la civilización misma

En uno más de los muchos pasos que dio el humanismo libertario a lo largo de la historia se atribuye al padre de la patria, José de San Martín, haber comentado: "El rey nos decía que si no podíamos comprar leña que nos emponchemos, si por pobres no podíamos alimentar a nuestro caballo, que no lo tengamos, que si alimentarnos era costoso que comamos menos...entonces decidimos ahorrar gastos y nos liberamos del rey".

 

 

Nuestro Proceso de Evolución Cultural

Octubre 2023

 

Una explicación plausible a la posibilidad de que el Lic. Javier G. Milei sea electo este mes al frente del Estado, no es difícil; tampoco escapa al sentido común.

El desgobierno que nos rige, el patético minué de bandidos desesperados a la caza de más idiotas útiles de última hora, va revelándose como un absoluto grotesco. Un absurdo político que balbucea, como único plan, más del mismo pobrismo clientelar que nos hunde. Añadamos que nuestro actual “presidente” Sr. Alberto Fernández -de quien no nos consta su título de abogado que, a juzgar por las burradas que ha defendido en estos 4 años bien podría ser tan falso como el de su superiora- es sólo un idiota útil más de quien nada honesto ni sagaz (renuncia y fuga) puede esperarse.

Y dado que es ingenuo contestar a la locura con la razón o al absurdo con la lógica, se concluye en que al grotesco hay que ponerle enfrente un grotesco más grande aún.

El sopapo debe ser fuerte, parecieron decir más de 7 millones de argentinos mileístas en Agosto pasado, sin temor de encumbrar a alguien que promete hacer polvo una larga lista de supuestos sociales que, de todos modos, vienen estallando frente a nuestras narices desde hace años.

Una parte importante de estos votantes son jóvenes de clase media baja y baja, sin posibilidades de huir del país como sí lo hacen de a miles sus pares de clase media alta y alta.

Con poco que perder y entrampados en una dinámica social que sólo les ofrece una vida tan mala como la de sus padres peronistas o aún peor, prefieren que todo vuele por los aires.

“Barajemos y demos de nuevo” parecen decir aunque, esta vez (batalla cultural en proceso mediante), rotando en 180° el paradigma ideológico.

La rebeldía frente a una vida de carencias que hasta hace una generación se canalizaba a través de “la izquierda” y que siempre desembocó en un corset fiscalista-planero con corrupción, amiguismo y comisariato político, hoy se canaliza de manera mucho más cool a través de “la derecha”; del capitalismo con sus libertades económicas, destrucción creativa, mérito y responsabilidad individual acompañadas, claro, por chances de ascenso social honrado.

Hablamos de la percepción de sólo dos opciones maniqueas por parte de los sub 40 que hoy son mayoría: la contenedora esclavitud del estatismo (en todas sus gradaciones) versus la imprevisibilidad adrenalínica de un capitalismo a fondo, exigente tanto en esfuerzo como en autoestima.

La clásica tendencia argentina al exitismo podría lograr por contagio que J. Milei llegue efectivamente a presidirnos. Algunos libertarios de más larga data y reflexión, sin embargo, preferiríamos que en este turno electoral ganasen Patricia Bullrich y su alianza Juntos por el Cambio.

Sería el giro controlado hacia un norte liberal, dando tiempo a que el combo de ideas disruptivas de primera generación puestas por Milei sobre el tapete (eventual dolarización, arancelamiento para foráneos en salud y educación, reforma previsional, portación legítima de armas, aceleración de obra pública por privatización, reforma laboral, cheques educativos, cooperativización de empresas estatales, cierre o embozalamiento del Banco Central, cambios en regionalización, coparticipación y ATN etc. etc.) madurasen y se internalizaran a nivel masivo como alternativas posibles, a debatir sin preconceptos.

La presencia de estos temas (y de otros más avanzados) en la opinión pública y a nivel político ya empezó a darse y a su tiempo debería permear en la orientación de las acciones y propuestas del gobierno que asuma a fin de año, tanto a nivel de los poderes ejecutivos municipales, provinciales y nacional como en las demás instituciones del Estado.

Lo libertario es un motor conceptual y económico muy poderoso, mucho más que lo liberal conservador, que se traduciría en un empuje bruto de demasiados caballos de fuerza para esta instancia de nuestro proceso de evolución cultural. Equivaldría a darle las llaves de un superdeportivo Lamborghini Huracán modelo 2023 a un adolescente para que vaya a festejar con sus amigos, la noche en que estrena su carnet de conductor principiante.

El problema no es tanto de si el Sr. Milei está intelectual y psíquicamente capacitado para aplicar desde la presidencia estas ideas como de que los argentinos y sus instituciones estén culturalmente preparados para entender a cabalidad esta clase de propuestas, cosa que ni siquiera nuestra élite periodística ha logrado hacer aun (primero) y para aceptar colaborativamente tan grandes novedades (segundo).

Es claro que creemos que no. Y que la consiguiente resistencia instintiva por temor al cambio hará abortar entre incomprensiones, enfrentamientos y frustraciones muchas ideas benéficas de vanguardia, alejándolas de la consideración pública por lustros.

Tal vez sería mejor, tras 4 años golpeando nuestros riñones en el destartalado Rastrojero Diesel de la abuela, probar durante los siguientes 4 no ya en el Lamborghini sino con un más que aceptable sedan Toyota Corolla 0 km.