Algunos Tienen Mucho; Muchos No Tienen Nada

Mayo 2021

Soportamos un gobierno gangsteril y chavista, encaramado al Estado con el objeto de terminar de detonar nuestro sistema republicano para establecer una autocracia plebiscitaria basada en el clientelismo.

Gobierno que ante la proximidad del comicio, intentará disfrazarse de cordero para engañar otra vez a la legión de idiotas útiles que viene obturando desde hace siete décadas el despegue nacional. Gente, toda, alzada en sorda rebelión contra el espíritu y la letra de nuestra carta magna.

Una movida ciertamente cantada, la moderación, aunque no por ello menos efectiva frente a una masa de votantes mental y emocionalmente sometidos, dispuestos a volver a tropezar con la misma piedra por vez enésima para revalidar con ovina tenacidad el síndrome de la mujer golpeada.

¿Por qué hoy unos pocos argentinos tienen mucho y otros muchos no tienen nada?

Es por haber avalado totalitarios/as, votando contra nuestra sabia Constitución. Una cuyos principios liberales nos hicieran libres…poderosos, envidiados, respetados y con uno de los ingresos por habitante más altos del mundo.

Fallaron durante décadas las sucesivas Cortes Supremas en defenderla con firmeza; con patriotismo inmune a coimas y amenazas. Pero más nos fallaron esos millones de argentinos populistas (hoy decididamente pobristas), culpables al mil por mil de su propia desgracia al haber optado una y otra vez por la fórmula de más Estado. Por haber elegido la concentración coactiva de ignorancias en lugar de la descentralización de iniciativas individuales, voluntarias y creativas. Por haber dudado de sus compatriotas, atándoles las manos a través de sindicalistas mafiosos y funcionarios ultra reguladores (y en consecuencia, ultra corrompidos). Fundiéndolos.

Sí; esos argentinos con nombre y apellido nos estaquearon eligiendo en 2019 el anti-capitalismo violador de derechos humanos de Venezuela por sobre el capitalismo de ultra primer mundo de Singapur. Optando por la violencia del comunismo cubano por sobre el respeto a la propiedad que nos mostraban suizos y japoneses; por el socialismo nicaragüense por sobre el libre mercado alemán.

Votantes que nos arrastran a una Argentina pobrista, resentida y encerrada; conciudadanos que decidieron no seguir el ejemplo que hoy nos enrostra Irlanda: con bajos impuestos, republicana, globalizada, libre y rica. Sí; 13.034.000 individuos que votaron por los Fernández o Del Caño y que son tan responsables como cada copo de nieve que gira, se adhiere y empuja dentro de la avalancha de robos, maldades estériles, crímenes, oportunismos, mentiras, ineptitudes e ignorancias que nos sepulta.

Ellos eligieron más Estado en lugar de más Sociedad. Nuestro presidente, desencajado, se refirió hace poco a ciertos “imbéciles”; a estas alturas sabemos con matemática certeza quién es cada uno de ellos… y quién los imbecilizó.

Cada día es más urgente abolir los grilletes impositivos que nos encadenan a la miseria. Urge volver a respetar la propiedad privada consagrada por la Constitución, que nuestra esclavitud fiscal deroga de facto con sus confiscaciones expropiatorias, sin que la actual Corte se inmute.

Ya lo decía el propio Carlos Marx (1818 – 1883): “toda la teoría comunista puede resumirse en 5 palabras: abolición de la propiedad privada”. Como se sabe, su abyecto sistema implosionó (100 millones de muertos más tarde… ¡otra que el coronavirus!) en 1989. Su contraparte, el gran Ludwig von Mises (1881 – 1973), lo explicó con perspicacia en una frase que nos calza como anillo al dedo: “lo que empuja a las masas al socialismo es, incluso más que la ilusión de que el socialismo los hará más ricos, la expectativa de que frenará a todos los que son mejores que ellos”.

Argentina: ex república, país fallido, terrible ejemplo de reversión en su camino al desarrollo. Sitio donde a la mitad de su población no le interesa asumir que igualdad no es lo contrario de mérito. Que mérito es lo opuesto a acomodo, corrupción, obsecuencia y nepotismo. Y que la igualdad de oportunidades y ante la Ley son, en cambio, consecuencia de ese mérito hoy volteado de su pedestal por la canalla.

Si las cruciales elecciones legislativas de este año concluyen con una victoria oficialista, será tiempo de que la otra mitad de la población considere con fría seriedad la viabilidad de secesiones regionales coordinadas. Tiempo de que millones de ciudadanos abusados asuman la realidad de que la República Argentina está dejando de existir. De que son demasiados los pero-kirchneristas que desprecian y desean romper el contrato social que todavía nos une.

Y tiempo de que asuman que la vía del progreso para ellos y para sus descendientes debe de abrirse paso entre la turba de avivados, parásitos y esclavistas a como dé lugar tal como lo hicieron, sable en mano, San Martín, Belgrano, Urquiza y tantos otros patriotas de coraje.