Marzo 2008
Ser intendente de una ciudad mediana no es tarea fácil.
Nuestro país, nuestra provincia y nuestra propia comunidad necesitan ya, ayer, una enorme cantidad de cambios para satisfacer de una vez por todas los deseos de la gente.
Gente que clama a diario por aquellas cosas que percibe con disgusto como impedimentos para una mejor calidad de su vida.
La mayoría de los argentinos anhelamos un sistema que no dé oportunidad a los corruptos de enriquecerse, que facilite el progreso económico a los honestos y a los laboriosos, que simplifique nuestros trámites al máximo y reduzca nuestros impuestos a un mínimo.
Que provea una Justicia recta e implacable, sin hijos y entenados; expeditiva y con sentido común, para asegurar en nuestras ciudades un firme respeto al prójimo, a la propiedad y a la autoridad. Queremos pocas prohibiciones, amplias libertades y civilizada tolerancia con quienes deseen vivir entre nosotros y pensar en forma diferente sin agredir a nadie.
Un sistema donde lo voluntario prime siempre sobre lo coercitivo y donde la negociación dialogada reemplace siempre a la violencia, sea esta gubernamental o privada. Todo en un ambiente seguro y pacífico, donde dispositivos y métodos policiales de alta tecnología se combinen para protegernos eficazmente del delito. Queremos igualdad de oportunidades para todos y educación de primera para nuestros hijos en un entorno que premie el esfuerzo quitando todo estímulo a vagos y avivados.
Queremos, en definitiva, un gobierno municipal (y también provincial y nacional, claro) honrado, muy frugal y laborioso conformado por hombres y mujeres con real vocación de servicio público y sin ambiciones personales durante el tiempo que dure su mandato.
Lograr esto requiere no solo integridad y claridad mental sino mucho dinero. Y ese dinero solo aparece en sociedades que crecen en serio merced a una pujanza cultural y económica libre de trabas.
Ser intendente en una ciudad mediana, como vemos, no es tarea fácil.
El intendente que quisiera jugarse por su pueblo revirtiendo en un solo período décadas de inoperancia populista tendría que encarar una gestión decididamente frenética.
¡Poco y nada de encontrarse en su despacho! La mayor parte del tiempo debería estar viajando (con austeridad republicana) por el país y el mundo en procura de atraer a su ciudad capitales humanos y financieros, inversores de riesgo, nuevas empresas con nuevos productos, negocios de exportación no tradicional, servicios empresarios creativos, artistas experimentales, intelectuales en busca de un entorno estimulante, multimedios electrónicos, ONG`s interesadas en apoyar la experiencia de un polo de crecimiento social acelerado, instituciones de crédito internacionales de orientación global que asesoren y enlacen las producciones locales con las necesidades de sitios distantes, instituciones educativas con proyección nacional y educadores con pedagogía de punta que atraigan estudiantes de todas partes, laboratorios de investigación científica, fundaciones filantrópicas de avanzada, call centers, creadores de software, fabricantes de micro insumos tecnológicos de alto valor, expertos en desarrollo turístico no convencional, productores de agro-especialidades intensivas y... otros 700 etcéteras más.
Paralelamente, nuestro funcionario tendría que buscar soluciones efectivas y veloces a los mil y un problemas que un avance de esta naturaleza plantearía en un país como el nuestro, copado por la máquina de controlar e impedir estatal.
¿Problemas de papelería y autorizaciones para importar y exportar? Allí está nuestro hombre con su grupo de jóvenes profesionales buscando el mejor equipo de abogados, escribanos y despachantes de aduana que pueda hallarse en el país a fin de allanar con celeridad o facilitar el camino burocrático a las empresas.
¿Problemas de logística? El y su equipo de expertos trabajarán codo a codo con los emprendedores en su lucha sin feriados ni horarios en procura de lo mejor que el país pueda ofrecer para solucionar cada caso. O licitará internacionalmente las soluciones adecuadas en tiempos récord.
¿Problemas energéticos y viales? Nuestro intendente deberá acosar con cartas documento y requerimientos de obras al ministro de Infraestructura de la nación al tiempo de interponer severas acciones de amparo legal que “autoricen” la creación de empresas privadas que, con tecnología moderna amigable con el ambiente, den pronta respuesta a las necesidades fabriles de la comunidad en crecimiento. Caminos asfaltados en todo el partido, con peaje si hace falta, para interconectar la intensificación agropecuaria local con ventaja sobre otras zonas y dar atractivo a la radicación de emprendimientos modelo. Atrayendo industrias lácteas, aviares, porcinas, de acuicultura, de cultivos exóticos, super intensificación ganadera o de biocombustibles entre muchas opciones posibles.
¿Problemas impositivos? Desgravación productiva deberá ser el slogan de cabecera de nuestro servidor público. En lo municipal para empezar, pero también en lo provincial y nacional forzando acuerdos de crédito impositivo a cubrirse con aumentos sustanciales en la productividad y la producción de todo tipo de actividades económicas en proceso de creación.
Diferimientos tributarios, bonificaciones por eficiencia exportadora, exenciones de impuestos por interés público declarado, recursos de inconstitucionalidad fundacionales ante la Corte Suprema, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, La Haya o ante quien sea para llamar la atención del mundo sobre nuestro patológico terrorismo de Estado fiscal, y toda la artillería contable y legal proporcionada por los más aguerridos e influyentes estudios y asesores del país.
Y así con cada palo que la máquina de controlar e impedir ponga en la rueda del progreso de nuestra hipotética ciudad. Porque cada dinero municipal invertido en defensa de una sociedad y una economía libres redituará por diez sobre la comunidad.
Hace falta energía. Voluntad incansable a favor de su gente. Días y noches de trabajo silencioso. Garra, sentido común y una piel muy resistente a las críticas de los políticos y sindicalistas de nuestra nomenklatura progre.
Este y no otro es el camino directo al desarrollo, a los altos salarios, al pleno empleo, al crecimiento exponencial de una comunidad con real voluntad de progreso. ¿Existe, no ya tal intendente, sino tal comunidad? ¿O preferimos elegir los planes “trabajar” y el asfixiante marasmo socialista de la Argentina de hoy?
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