Elecciones

Octubre 2005

Nuestros dirigentes políticos se aprestan una vez más a revalidar su derecho a representarnos, mediante el procedimiento del voto ciudadano.
Dentro del sistema de reglamentos, prohibiciones, obligaciones, autorizaciones y descalificaciones convenientemente diseñado por ellos mismos, los encargados de interpretar para nosotros qué significa en la práctica la democracia, cumplirán así otro alegre giro en la rueda de los sufragios argentinos.

Cumplido el trámite, serán otra vez y por varios años, libres para seguir realizando lo que (ellos piensan) necesitamos financiándolo con lo que sigan decidiendo quitarnos en concepto de impuestos. Y para realizar sus demás aspiraciones personales financiándolas con lo obtenido por el hecho de estar en una situación de poder. ¿O no?. Una película en blanco y negro que todos vimos varias veces, por cierto.
Los votantes volverán a sus hogares con la sensación del deber cumplido y no molestarán a sus señores hasta que vuelvan a ser convocados al próximo comicio.

Como bien sabemos, todo el delicado sistema de controles y contrapesos, de independencias y reaseguros, de instituciones y constituciones que conforma “el resto” de lo que significa la democracia en el sistema representativo, republicano y federal, no funciona en la Argentina. O funciona muy mal, lo que es igual.
Por lo tanto, en poco tiempo volveremos a sentirnos burlados, nos descargaremos en sesudas cartas de lectores, despotricaremos en rueda de amigos y rezaremos para que nuestros señores cobren repentina conciencia y se autolimiten en la cantidad de daño que pueden legalmente perpetrar.

La historia argentina desde hace muchas décadas transcurre por este derrotero. Y a no dudarlo, las elecciones de Octubre confirmarán otra vez el rumbo.
Es lógico que así sea porque una vez en el cuarto oscuro, donde nadie nos puede ver, daremos rienda suelta como de costumbre a nuestros peores vicios : irresponsabilidad, hipocresía, cobardía.

Irresponsables porque nos amparamos en el secreto del voto para tirar la piedra y esconder la mano, eludiendo la responsabilidad que cada votante ha tenido en el encumbramiento de ladrones, necios o incompetentes para que decidieran por todos.
Porque los palurdos verdaderos que “no sabían” a quien elegían, no nos engañemos, son muy pocos.
Hipócritas porque los hechos demuestran que pretendemos dar una imagen de corrección en los valores morales que nos rigen mientras nuestro voto responde en cambio a pulsiones rabiosamente negativas como la envidia, el odio, el complejo de inferioridad o el orgullo que nos impide la rectificación.
Cobardes porque tememos ser libres y tener que decidir, ya que esto implica hacernos responsables de nuestros actos, o sea “madurar”. Porque preferimos a Papá-Estado-Proveedor con su vara autoritaria a la opción de dejar de ser niños y crecer como personas, pensar, dialogar, negociar, y elegir.
Todos los votantes de los partidos que nos gobernaron tienen responsabilidad directa en el desastre nacional de la indigencia, la corrupción, el descrédito internacional y la caída del país en todo orden.
Sin embargo hay personas más responsables que otras y estas son las que desde su posición como referentes en deportes, artes o espectáculos han opinado por años con liviandad y audacia sobre temas que no conocían. Los conocemos.
Son personajes que han influenciado a muchas personas sencillas con sus sentencias confusas, por lo general apoyando demagógicas recetas de un socialismo superado por la historia.
Y debe ser dicho : le han hecho un gran daño a la Argentina retrasando su recuperación y demorando una toma de conciencia colectiva sobre lo que sería más conveniente para el pueblo apoyar en lugar de marchar a contramano de la sensatez.

Muchas son las rémoras que deberemos desechar para retomar la senda del progreso. Utilicemos sin embargo estas elecciones rutinarias como arma, cada cual sabrá cómo, para empezar a hacer algo que cambie nuestro destino de nación decadente.

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