Junio 2009
Se ha dicho que hombres y mujeres piensan y también enloquecen en rebaños, mientras que suelen recobrar la cordura lentamente, uno a uno.
Ya somos grandes y no deberíamos llamarnos a engaño: hace 2.400 años Sócrates sentenció que la democracia nunca funcionaría pues la mayoría menos creativa siempre elegiría vivir en forma parasitaria de la minoría más creativa mediante la confiscación de su riqueza para repartírsela. Pensamiento que se tiene como la primera y más clara comprensión del socialismo.
Otro sabio, el estadounidense Benjamín Franklin, también razonó sobre el caso afirmando que la democracia podía describirse como dos lobos y un cordero decidiendo qué iban a almorzar. Lo que resulta especialmente cierto en el modelo argentino, que más allá de bellas teorías de protección republicana y declamaciones ingenuas, ha degenerado en brutal despotismo electivo.
Un tercer sabio, Albert Einstein, dijo por su parte: “la investidura del dirigente político proviene parcialmente de la violencia y parcialmente de la elección de la masa. No representa al grupo de intelectuales avanzados. Es como si el destino de los países estuviera condenado a caer en manos de irresponsables, que detentan el poder político”.
Porque en rigor de verdad los comicios, hoy y aquí, son maniobras de grupos de personas organizadas afianzando su bienestar y seguridad a través del expediente de restringir la libertad y la propiedad de los demás. Apelando para empezar, a una subasta anticipada de los bienes que robarán “a otros” cuando lleguen al poder (lo que se conoce como campaña electoral).
La Organización política detenta el monopolio del uso de la fuerza armada y, es claro, del cobro bajo amenaza de pesados tributos cargados sobre cada cosa que tocamos. Tiene su código de silencios y lealtades para “hacer negocios” y también su propio blindaje legal y de controles para someter a los que producen y comercian -a la minoría creativa- capítulo con el que contribuiremos a fines de este mes (la elección de legisladores).
Por cierto robar “a otros” votando a esbirros que asalten la propiedad ajena, dinamita la única escalera de salida de la pobreza que tienen los votantes más desprotegidos. Porque dicho robo frena las inversiones, desalienta la producción, fomenta la fuga de cerebros y de capitales. Causa principalísima del arrodillamiento de la patria ante decenas de pueblos a los que mirábamos desde arriba; de la mala vida y muerte prematura por miseria asestada a generaciones de argentinos. Probable genocidio por terrorismo fiscal de Estado pendiente aún de reivindicación.
La clase política que conforma esta Organización se divide grosso modo en tres vertientes: la primera directamente convicta por propia acción y confesión; la segunda, mejor intencionada pero reacia a reconocer en el no-respeto a los derechos de propiedad la causa-base del desastre nacional. Y una tercera vertiente a la que denominaremos “la menos dañina”, aunque lejana aún de las ideas de avanzada que necesitaríamos para ser un gran país.
El increíble descaro con que el actual gobierno expropia, insulta, provoca, divide, miente, atropella, compra conciencias y falsea instituciones republicanas, es el regocijo de malvivientes y parásitos asumidos. Y es la indignación de los justos y honestos, que todavía son mayoría. Nuestros gobernantes, continuadores del peronismo más vil, corrupto y bárbaro, representan entonces la primera vertiente.
La segunda se identifica hoy con la Coalición de pan-radicalismo más socialistas y reedita la misma alianza (en organizaciones adherentes e ideas económicas) que fracasó tanto con R. Alfonsín como con F. De La Rua.
El socialismo repartidor de lo ajeno, reglamentador y gran-papá-Estado-que-lo-sabe-todo es una idea superada, propia de estadios infantiles de evolución social. Que condujo a estancamientos, asfixia impositiva y anímica, como frenos a la generación enérgica de riquezas toda vez que se lo intentó en el pasado. Aquí, en Uganda, en China o en Suecia.
Demostró ser un sistema de conceptos artificiales, mal adaptados a la naturaleza humana. Sencillamente no sirvió ni servirá por más que la enana resentida (compañera del enano fascista) que muchos llevan dentro, lo siga prefiriendo. Y cuidado: no puede disfrazarse de ético al conjunto de ideas que condujo una y otra vez al hundimiento de los sueños de buen dinero por derecha y bienestar, de millones de sumergidos.
La tercera y “menos mala” está hoy representada por la alianza liberal-peronista de Unión Pro. No es más que eso: la menos desactualizada y dañina de las tres. La única con apertura mental y cultural como para allanar un tanto nuestra salida del infierno.
No evolucionaron aún hasta el Santo Grial de la potencia creadora de riqueza sin límites de las libertades máximas, la no-violencia aplicada sin excepciones y lo voluntario primando siempre por sobre lo coactivo. Pero concedamos al menos que las ideas y proyectos que exponen avanzan algunos pasos en la dirección correcta, cosa harto improbable (por su esencia estatista) para las dos opciones anteriores.
La corrección absoluta sería mucho más drástica, desde luego, y no se presenta aquí como opción. Pero si una mayoría de, digamos, el 60 o 70 % de los electores votara en blanco o simplemente se abstuviese de votar, la Organización política entera daría con su cara en tierra. Sería quitarles legitimidad, en la rebelión por hartazgo de un verdadero “que se vayan todos”.
En las elecciones de 2 años atrás, los que así lo hicieron superaron el 32 % del padrón. Cifra que se oculta cuidadosamente, contribuyendo al falseamiento institucional antes mencionado.
Sonaría entonces la hora de la gente. Sin déspotas iluminados que vivan de nuestro trabajo forzándonos a levantar las manos en silencio y a mirar al piso mientras les entregamos nuestra dignidad y el futuro de nuestros hijos.
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