Abril
2014
Trabajosa,
casi dolorosamente los argentinos van desencantándose con lentitud del mito del
“Estado-Solución” para pasar a las filas de quienes advierten que nos
enfrentamos a un muy serio “Estado-Problema”.
Más
allá del mal menor que estén pensando
apoyar el año próximo influidos por el miedo clientelar, la mayoría ya se
percató de que su larga línea tradicional
de apoyos políticos (de palabra y
de hecho) durante las últimas tres generaciones, condujo al conjunto a dinamitar
el futuro de los propios hijos y nietos. A dejarles una herencia de deuda
interna, deuda social y deuda externa que implica condenarlos a vivir con menos
bienestar, menos seguridad y menores oportunidades económicas, aún, de las que los
adultos tenemos en el presente.
Prueba
sensible de ello es el pesado tufo que se expande como smog, cubriendo nuestros
hogares y nuestras vidas de relación en comunidad: un desagradable olor a “cosa
corrompida”, sucia, matonesca y de altísima ineficiencia… gatillado hoy tras la
sola mención de cualquier cosa que tenga relación con lo gubernamental.
Un
opresivo ambiente pro totalitario y anti inversor, correlacionado de inmediato con
sus impuestos, frenantes y abusivos.
Aún
así, en la Argentina 2014 que supimos conseguir todavía predomina la decisión
mayoritaria de enriquecer a algunos a costa de otros. De apoyar dirigismos
estatales que sigan reemplazando a un libre mercado donde las personas sólo
podían tener éxito y hacer fortuna si servían antes a otros. Sistema
meritocrático que hoy se encuentra casi completamente abolido por ley.
Coincidimos
con quienes advierten que en la vida real rara vez las instituciones, las
personas y sus actitudes son blancas o negras sino que configuran una infinita
gama de grises. Pero aún admitiendo estos grises, nos atropella la evidencia de
que las principales asociaciones empresarias, con escasas excepciones (en el
agro, por ejemplo), carecen de interés en buscar para la Argentina un mercado
libre.
Quienes
deberían ser adalides de la libre empresa y núcleo de potencia capitalista
competitiva para una agresiva expansión de nuestra presencia en el comercio
mundial, se oponen a ello.
Un efecto
causado por la intervención del Estado contra la libertad de comercio (contra
la competencia interna y/o externa) que
da ventajas a sus carteles a costa de la inmensa mayoría de la gente: la
transferencia de billetes de los consumidores hacia estos falsos empresarios,
no puede ser libre; debe ser, y es, coactiva.
La
“tribu” de los pseudo empresarios alineados con el capitalismo de amigos,
entonces, puja y presiona sobre la oligarquía política para obtener ventajas a
costa de otros argentinos. En general a costillas de otras tribus defensoras de
privilegios sectoriales adquiridos de igual forma, que a su vez pujan torpe,
irreflexivamente entre sí por el favor del mismo amo. De la misma realeza
absolutista y ventajera de antaño. Del mismo y exacto perro, con distinto
collar: del Estado-Problema.
Contribuyentes
y pueblo asalariado en general son víctimas de una brutal transfusión de sangre
económica (dinero efectivo extraído a través de decenas de tributos), de
esfuerzos sin fin y dolorosas resignaciones… hacia la oligarquía política y sus
amigos “empresarios”. Hacia la realeza y su bien cebada corte. Hacia un
vampirismo que eleva sus niveles de poder y riqueza en la misma proporción en
que disminuye la calidad de vida del resto de la población en un juego, esta
vez sí, de suma cero.
Tal
es lo que hoy significa el voto progresista
o “de izquierdas”, en todas sus expresiones. Un voto que hizo y hará que unos
pocos oligarcas, muy pocos, sigan robando y se enriquezcan de manera
escandalosa al precio de obstruir, frenar y atrasar al resto, hundiendo a la
nación en todos los rankings.
Y
es lo que hoy se entiende -a la manera socialista- por “preservar la libertad
de comercio” mediante subsidios, diferenciales cambiarios, barreras
arancelarias protectoras de privilegios, prohibiciones de exportación y precios
administrados apoyados en una costosísima insolencia burocrática y fiscal; vale
decir, en el estatismo. El mejor modo, lejos, para que el hombre se convierta
en lobo del hombre.
Señoras,
señores, la madre del borrego está en el hecho de seguir defendiendo la
existencia misma de un modelo (la democracia delegativa de masas, no
republicana) podrido desde su base, con tal poder discrecional de daño sobre
vidas y haciendas.
Con
empresarios cómplices de un Estado corrupto que nos explota sin piedad en
beneficio de sus comandantes. Con sus tribus armadas de leyes y decretos que
intimidan, saquean y esclavizan a la menguante clase media y a los esforzados
verdaderos productores, dándoles el trato de animales de faena.
Despertemos
a lo inaceptable: nos encontramos cerrando el círculo, de regreso al
mercantilismo colonial donde la realeza absolutista impide a los consumidores
la soberanía de decidir sobre el éxito o fracaso de los empresarios que los
proveen, para poder negociar con estos últimos pactando las ventajas de sus
sectores económicos en perjuicio de otros sectores, existentes o potenciales (y
de todos los que queden entrampados en esos mercados cautivos). Una verdadera y
brutal discriminación institucionalizada.
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